Natalia Sancha: «El único frente que defiendo es el civil»
Publicado: junio 3, 2018 Archivado en: tertulias | Tags: ciencias de la información, Complutense, conflictos, corresponsales, fotoperiodismo, guerra, Hezbolá, Irán, Islam, Líbano, mujeres periodistas, Mundo Árabe, Oriente Medio, periodismo bélico, periodismo internacional, Putin, Siria, Trump Deja un comentario
Más de una década de ejercicio del periodismo con epicentro en Líbano da para mucho. «La información más importante la he conseguido cara a cara», «No hay que hacerse la zancadilla. Si eres bueno, con el paso del tiempo se verá». «Cuando se mata a civiles en Raqqa, España forma parte de esa coalición», «La guerra de Siria terminará cuando Trump y Putin lo decidan». «Los cascos blancos son héroes porque salvan vidas, pero no son neutrales ni voluntarios». «África supera con creces lo que está pasando en Oriente Medio».
Realista, sincera y muy viva, así fue La Tertulia Infinita con Natalia Sancha (@nataliasancha) en la Universidad Complutense de Madrid, en la Facultad de Ciencias de la Información donde ella misma estudió. El mejor resumen, en los comentarios admirados de los alumnos que participaron -> #tiorientemedio. Con moderación del debate de @LaraHuwyler, fotos de Carlota Cascón (@ccasconRIMA) y gestión de redes durante el encuentro de Henry Lima (@ihenrylima).
Gracias a la periodista por venir a conversar de verdad, pidiendo la opinión de los estudiantes, y también a los colaboradores en este encuentro: la propia Facultad (@UCMccinf), la responsable de la sección de Relaciones Internacionales Mª José Pérez del Pozo (@perezdelpozo) y nuestros socios habituales FronteraD (@fronteraD) y Librerantes (@librerantes).
Oriente Medio: infancias colaterales
Publicado: diciembre 29, 2016 Archivado en: tertulias | Tags: Andoni Lubaki, audiovisual, Café Belén, Celia Zafra, cooperación humanitaria, corresponsales, daños colaterales, Daesh, educación, esclavas sexuales, Ferran Quevedo, fotoperiodismo, Gaza, guerra, infancia, ISIS, Israel, Nadia Murad, niños, Oriente Medio, palestina, periodismo audiovisual, periodismo internacional, pornografía humanitaria, Ricard García Vilanova, Siria, trauma, TVE, violencia, yazidíes, Yolanda Álvarez 1 comentario
Conversamos como dentro de un Guernica de Picasso: fragmentos impactantes, conjunto desolador. Yolanda Álvarez (@yalvareztv, En Portada, TVE) y Ferran Quevedo (@ferran_quevedo, activista y fotoperiodista freelance) son artesanos del relato gráfico, y los dilemas en torno a la imagen terminarán vertebrando el debate sobre la infancia en Oriente Medio. La carnaza o la sábana que cubre. El obús sobre un niño o la poesía. ¿Cómo mostrar lo que ocurre para que alguien haga algo de una puñetera vez?

Ferrán Quevedo y Yolanda Álvarez. La Tertulia Infinita. Foto: Jon Bradburn (cc by)
“¿Infancia? ¿Qué infancia?” -comienza Yolanda Álvarez-. “No les dejan ser niños. Sobre todo en Palestina creo que es una infancia muy dura, a veces una infancia robada. Pienso especialmente en esos niños de Gaza que en menos de seis años -los que tienen ahora siete- han vivido tres guerras. ¿Qué tipo de vida o qué tipo de infancia se puede tener cuando bombardean tu casa, matan a tu padre o a tus hermanos, o te dejan un hermano con una discapacidad que ya no puede hablar o no puede caminar? Tú te quedas en casa con la familia totalmente desestructurada y tienes que hacer como que no pasa nada cuando vas al colegio entre escombros y tu paisaje son las ruinas de una guerra”.
Cuando volvió a España después de cuatro años como corresponsal en Jerusalén, Álvarez realizó dos magníficos documentales para En Portada: Atrapados en Gaza y Esclavas del Daesh. El primero presenta a la niña de 13 años Rewaa, que sufrió un ataque aéreo dentro de una escuela-refugio: “Cuando la volví a ver dos meses después ya se había convertido en una especie de adolescente mayor con todo el peso del sufrimiento que supone el llevar tres guerras a cuestas”. En «Esclavas del Daesh» aparecen Nadia Murad, convertida en símbolo de las víctimas sexuales del grupo terrorista ISIS dentro de la minoría yazidí, y la joven Samira (nombre ficticio), que se prendió fuego para parecer fea y evitar seguir siendo violada por los extremistas. “Daños colaterales”, dice la periodista con sarcasmo.

Yolanda Álvarez. La Tertulia Infinita. Foto: Jon Bradburn (cc by)
Ferran Quevedo empieza hablando mal de su trabajo y bien del de otros sospechosos habituales con los que opera, como Ricard G. Vilanova o Andoni Lubaki. Sugiere que su cobardía le ha hecho situarse más en la retaguardia, aunque pronto se verá que su concepto de estar a salvo es bastante relativo. “Soy el que se ha escondido más debajo de los coches y entonces me dedico a hacer fotos un poco más poéticas, porque no me va tanto la guerra”. Quevedo va enseñando en un pequeño ordenador una muestra de «iconografía de la infancia» que considera más apegada a la realidad de lo que se suele ver en las portadas. Impacta por su calidad. En general son imágenes menos dramáticas, llenas de matices, aunque también ha presenciado el dolor. Casi al final de la tertulia relatará: “Hay un punto de inflexión, hay un antes y un después cuando ves matar al primer niño. Cuando ves muertos es muy duro, pero cuando ves niños muertos… A mí me afectó bastante, porque son la pureza”.
Estamos en un Café Belén que normalmente es azul pero que ahora tiene toques luminosos de blanco y rojo por Navidad. Quevedo muestra extractos de 40 horas de grabación propia realizadas a lo largo de 11 meses como voluntario en un hospital de campaña de la frontera siria. Es territorio bajo dominio de Hezbolá asediado por el ISIS, sin presencia de ONG, donde se han recibido o se recibirán ondas de batallas como las de Quseir, Qualamun o Yabrud. “Nos disparaban de todo, pero algo normal”. Las imágenes muestran la naturalidad con la que cerca de una decena de niños llegan cada día directos de la guerra, desorientados, y se convierten en alumnos anárquicos en escuelas donde quien les fotografía es también el enfermero y además su profesor. Hay una serie de retratos llenos de rostros que hablan de trauma y desconfianza, pero también de una travesura infantil universal. Algunos pequeños nunca han ido al colegio y hay que “introducirles en el sistema”: “Me volvían loco”.

Ferran Quevedo. La Tertulia Infinita. Foto: Jon Bradburn (cc by)
No hay comparación posible entre países o regiones. Por ejemplo, los pequeños israelíes y palestinos viven frente a frente en universos a años luz. Estos últimos “maman la violencia desde que nacen”, afirma Álvarez. “Han nacido en el aceite hirviendo”, completará Quevedo.
“Comparar la infancia de un niño israelí con la de un niño palestino… Cuando veo que a un kilómetro de la frontera con Gaza están criando tulipanes en el desierto y que a un kilómetro hacia dentro no tienen agua potable en ningún grifo, me hierve la sangre. Soy incapaz de hacer una comparación mínimamente ecuánime. Creo que miedo pasan todos y que eso es lo que tienen en común, y también que ambos gobiernos utilizan la educación para meterles más miedo y más odio”, explica la reportera. «Que la mejor maestra del mundo sea una mujer palestina que haya creado un método para que los niños elijan la no violencia me hace pensar que hay esperanza y sobre todo por el lado de las mujeres», celebra.
En un caso muy sonado, durante la operación Margen Protector sobre Gaza, el entorno institucional israelí acusó a Álvarez de activismo político pro Hamas, presionando para su vuelta a Madrid, algo que finalmente se produjo. Ella (lamentando todas las muertes) recuerda que el número de las víctimas palestinas fue mucho más elevado. “Como periodista, ¿dónde tengo que estar? Donde hay más sufrimiento, donde la gente no tiene dónde meterse”. Álvarez insiste en que no elige bando y a lo largo del encuentro reparte para todos: “Me preguntan quiénes son los buenos y quiénes son los malos. En la mayoría de los casos la elección es entre lo malo y lo peor”. “Nada es blanco ni negro. Yo soy properiodismo”. “Los de Hamas son tan majos que preparan túneles para sus propias milicias pero no búnkeres donde meter a la población civil. Cuando Israel bombardea, el único sitio al que pueden ir para resguardarse son las escuelas”, explica.
La reportera valenciana recalca haber vivido “momentos preciosos con sonrisas de niños que nunca olvidaré y que a mí me han dado la vida y me han devuelto la fe y la esperanza en la humanidad”. Cree que a pesar de la dureza “precisamente la infancia tiene esa inocencia y esa maravilla de hacernos creer que otro mundo es posible”. Tanto ella como su colega insisten en la resiliencia que han observado en los grupos más vulnerables, pero la conversación encadena vivencias sombrías.
“2003, Jerusalén. Ambiente de que algo va a saltar por los aires. Dos semanas en agosto en que no puedes salir a la calle. Los vecinos se pasaban el agua de casa en casa. Día cinco, seis o siete los niños se empiezan a poner enfermos porque no hay agua y hay muchas basuras. Y los viejos se mueren porque no tienen insulina. […] El nivel de estrés es lo más alto que yo recuerdo. Porque no es una guerra, es diario. Es un desgaste durante años y años”, recuerda Quevedo. Álvarez narra su visita al campo de detención de Ofra, sin que se le permitiera grabar. “Hablé con niños palestinos que tenían marcas de bridas, aunque estén prohibidas internacionalmente. Te decían ‘Me han cascao‘». La ex corresponsal dice que los niños palestinos están más expuestos: “Su padre no puede hacer nada porque no hay búnker y no hay Ejército. […] Esa sensación de desprotección tiene que ser muy dura. Y con eso conviven ya va a hacer 50 años”.
Quevedo utiliza dos de sus fotos para explicar el nacimiento en entornos infantiles de los comandos palestinos. La primera escena parece peligrosa. Un niño con camiseta de Mickey Mouse sujeta una pistola real y otra mano infantil muestra un segundo arma. Pero en realidad están jugando con ellas. Son de sus hermanos mayores, que están ahí aunque no aparezcan en la imagen. Es una suerte de “foto falsa”, un ejemplo de cómo el fotoperiodista puede engañar. La retiró del mercado porque la pedían mucho para hablar de niños soldado pese a que el pie de foto explicaba perfectamente la escena: “Era como la foto sexy”.
“Esta sí que es peligrosa, esta sí que es una foto de guerra -dice de una segunda imagen, aparentemente más inocente por mostrar una pistola de plástico-. Es un futuro comando palestino, organizado en grupos de cuatro o cinco. El niño es el jefe de la banda. Es el jefe porque el hermano se ha inmolado en Tel Aviv. Es el hermano del martir. Todo el mundo le va a respetar a él y a su familia. El de la izquierda [el que aparece pegado a su rostro] es su confesor, la persona en quien confiará este chico hasta que muera. Y luego sus amigos del alma. […] Esta es la foto jodida”.

Foto: Ferran Quevedo. Álbum «Under control» (ferranquevedo.com)

Foto: Ferran Quevedo. Álbum «Under control» (ferranquevedo.com)
Siempre la imagen. Dar vueltas sobre cómo hacer que funcione para cambiar las cosas. Es Quevedo quien trae a colación el Guernica, tan simbólico y efectivo. “No contamos nada en positivo. Sólo contamos cuando tiran cohetes. Una foto en términos positivos no funciona” reconoce. Menciona con preocupacción a lo largo de la tertulia la pornografía humanitaria que se deriva de la necesidad de fondos de las ONG. El día del encuentro se publica en Planeta Futuro un artículo sobre el premio Rusty Radiator de la ONG noruega SAIH. Se otorga cada año a la campaña benéfica más basada en estereotipos, principalmente los del negrito barrigudo y el héroe blanco. “Pena, pena, pena. Mocos, mocos, mocos”, lamentará.
Aylan, Omran, el vídeo de Channel 4 sobre Alepo, ese lugar donde los niños han dejado de llorar. ¿Sirve de algo ese shock momentáneo? “Si la gente necesita un icono para darse cuenta, pues bueno. Siempre y cuando ese icono sea respetuoso y no se muestre la cara del niño” dice la periodista, más partidaria de evitar la carnaza y contar las cosas “con una sabanita o con una imagen velada”. “Este tipo de imágenes que funcionan muy bien tienen un efecto antibiótico. La siguiente vez necesitas más dosis. Lo de Omran ya no funcionó tan bien como Aylan”, analiza Quevedo.
El invitado propone pasar de nivel viendo “una foto de guerra de verdad”. Quiere que los participantes en la tertulia entiendan. Se debate la idea, hay indecisión. Al final, Quevedo muestra la imagen mientras muchos se tapan los ojos. Es un niño muerto que parece haber recibido dos mordiscos gigantes en la entrepierna y el costado. Pero no fueron tiburones, fue un obús. “Esto y la muerte en directo ya son el límite. Más allá no hay nada”, dice. La imagen origina una larga discusión.
“Cuando atacaron la primera escuela de la ONU, las madres y los niños salieron huyendo hacia el hospital que había al lado y nosotros también fuimos. Me inflaba a llorar, todos los días lloraba. Y el cámara me decía ‘Yo hace por lo menos veinte años que lloré por última vez’. Cuando llegó al hospital y vio un bebé de días con una mancha de sangre en el babero, empezó a limpiarse las lágrimas”, relata Álvarez. La periodista también recuerda cuando bombardearon a cuatro niños palestinos que jugaban en una playa. “Vi esas imágenes y me costó sacar planos porque los niños estaban hechos pedazos”.

La Tertulia Infinita «Infancia en Oriente Medio». Foto: Jon Bradburn (cc by)
En el encuentro nos preguntamos quién tiene la responsabilidad de lo que ocurre. Si son los gobiernos, si somos nosotros, si estamos anestesiados, si es el afán por la instantaneidad o los 140 caracteres. “Los gobiernos son responsables de esta foto y nosotros no hemos hecho nuestra parte”, dice Celia Zafra, responsable de Comunicación en Médicos del Mundo, que ha acudido al debate.“Lanzas una campaña en favor de los refugiados y los comentarios en Facebook son un escándalo. Aparecen segmentados en muros y en espacios donde presumiblemente hay cierta receptividad a ese tema. Pues son racistas no, lo siguiente. Del estilo de ‘Que se mueran en el agua’”.
“Nosotros podemos ir a las manis, podemos quejarnos, podemos hacer fotos, podemos escribir, pero los que tienen que hacer son la Unión Europea y el Gobierno”, afirma Quevedo. Pero el ciudadano no suele entender el papel de los gobiernos nacionales en lo que pasa en el extranjero. “Captar fondos para hacer un apadrinamiento chulo o emotivo es mucho más fácil que para hacer campañas de incidencia política con el objetivo de cambiar de verdad las cosas. Tienes que organizar miles de reuniones, generar materiales con denuncia precisa, hacer investigación… Eso tiene poquísimo glamour, pero es en donde las ONG debemos insistir” (Zafra).
“Yo creo que nosotros no somos culpables pero sí somos responsables. Todos. La gente tiene distintos niveles de compromiso desde el “Conozco la realidad” que es el primer paso, el “Me informo más en profundidad”, el “Voy a intentar colaborar o ir a una mani” y por último “Me comprometo con una causa y hago todo lo que puedo por ella», concluye la reportera de TVE.
“He dormido muy mal”, me dice una persona que llama al día siguiente y no ha dejado de pensar en el “Somos responsables”. “Se me quedó mal cuerpo”, comenta otra con la que como días después. Quizá es lo necesario.
La Tertulia Infinita nº 21 «Infancia en Oriente Medio» se celebró en el Café Belén de Madrid el 20 de diciembre de 2016. Gracias a Álvaro Arriba.
Fotogalería «La infancia en Oriente Medio«. La Tertulia Infinita 21.
Emilio Morenatti, cazador de conceptos
Publicado: diciembre 29, 2015 Archivado en: tertulias | Tags: 20D, Afganistán, agencias, AP, aylan, ética, CGU, conflictos, Daniel Ochoa de Olza, disciplina, Emilio Morenatti, fotoperiodismo, Francisco Seco, Gaza, Juan Medina, manipulación, Myriam Redondo, Oriente Medio, Pakistán, Paul White, periodismo internacional, Podemos, PP, PSOE, Pulitzer, refugiados, Santi Palacios, verificación, World Press Photo 3 comentarios
“Lo que se pretende es que la imagen se entienda y que el mensaje llegue. Esta persona está muerta y se tiene que entender que está muerta. Cuando defiendo una foto intento que la acción se comprenda. Que responda a las famosas 5 uve dobles”.

Emilio Morenatti, en La Tertulia Infinita 17. Foto: Jon Bradburn.
Finalista del Pulitzer, ganador del World Press Photo, quien viene a La Tertulia Infinita de Navidad con uno de los currículos más sólidos del fotoperiodismo español es un Emilio Morenatti (@morenatti2004) con mentalidad de editor. Responsable de producción fotográfica para AP España y Portugal, su objetivo es intentar que esa producción “sea lo más exquisita y única posible, lo más parecido a lo que yo entiendo que es la fotografía, algo conceptual, único”. Siempre habrá un Morenatti que capture imágenes. Pero ahora hay otro que concibe y organiza al equipo para salir a la caza de conceptos.
El invitado ofrece un taller + conversación entrando en las tripas digitales de Associated Press (AP), a la que prefiere referirse como una cooperativa de periódicos no lucrativa más que como una agencia. Así recuerda que está menos sujeta a los intereses que atenazan a otros medios en manos de uno o pocos dueños. Describe la distribución de las tareas, el libro de estilo para campos como byline y caption, los envíos diarios al cable, las mejores fotos del día o topics y esas otras fotos (features) más pensadas para el largo plazo, la galería histórica.
Sorprendiendo a muchos, el hilo de su discurso no son imágenes propias sino de otros: una selección realizada por él mismo de las 50 mejores fotografías de 2015 para AP en Europa y África. Esa muestra y las elecciones generales que en esos momentos se desarrollan en España (20D) vertebran todo el debate.
Hay perfeccionismo. “Siempre animo a no hacer la foto del angular limpia sino a hacerla con telex desde atrás o a buscar otras perspectivas”. “A lo mejor un día perdemos el play (hacen un mejor trabajo Reuters o AFP) pero luego quedan imágenes icónicas que van a funcionar mejor a lo largo de la historia cuando se hable de un partido concreto”. Esta referencia a las elecciones vale para describir cómo se trabaja en otros escenarios, como el de los refugiados. “Estás produciendo y enviando al cable pero luego guardas una serie de fotos para que quede algo más personal. Es una manera de motivar a los fotógrafos, para que piensen qué quieren hacer”. “Luego está el brainstorming tras el envío. ‘¿Estás contento con la foto? Sí. ¿Se podía haber hecho mejor? Sí. ¿Por qué no la has hecho mejor, si tenías una buena idea?’. Intentar que el fotógrafo piense y se martirice sobre por qué no lo ha hecho mejor. Porque yo creo que una foto siempre es superable”. Debe haber alguien, cree Morenatti, que además de felicitar sea capaz de suscitar progresos.
Cuando se le dice a este profesional que según algunos testimonios es muy trabajador (ejercicio físico, cursos de idiomas, un Master reciente) le sale desmentirlo: “He vivido, he fumado mucho, bebo, me lo paso bien de noche, no soy el monje que a las 10 se va a dormir”. No obstante, la conversación sugiere que su perfil sí puede ajustarse al término currante aunque él lo llame de otra forma: “Hay una disciplina más que un trabajo duro. Es la que te hace no perder la concentración”. “Te concentras, te sale. No te concentras, no te sale. No tiene otra fórmula”. “Hay fotos en las que en esa concentración se ve que hay un adiestramiento detrás, un entrenamiento físico y mental”, concede finalmente.
Casi 30 años en la profesión dan para muchas elipsis, y algunas historias acaban destapando otras como matrioskas. “Si uno quiere dedicarse a esto sabe perfectamente que si te colocan en un sitio como Gaza, donde estuvimos 25 días aislados en la parte sur de la franja, casi sin comer más que alimentos básicos, cargando baterías y ordenador sólo en hospitales y viviendo ese drama que vive la gente que sufre guerras sobre todo psicológicas, tiene que estar medio fuerte”. “Ves cómo otros periodistas colapsan y dices `Yo por ahí no puedo pasar. Yo tengo que estar fuerte’”.
En una profesión de alta tensión, cada uno busca su truco para evitar que la mente acabe girando como un derviche. “Al principio, cuando me tocaba hacer como 100 corridas de toros al año en Sevilla, cada vez que entraba a la plaza hacía un ejercicio de respiración que me salía de forma instintiva y después me ha servido mucho. Decía ‘Soy un japonés. Esa foto no la he hecho. Y esto qué es’. Le ponía el interrogante a todo. Eso me hacía no caer en el tedio, en la desidia. Observar con frescura, mirar con pasión cualquier evento”. Aplica esa misma “mirada marciana” a los asuntos de ahora, como los comicios. “Que el marciano tenga una idea de quiénes son esas personas y qué hacen cuando asisten a un evento electoral”.

El fotoperiodista Emilio Morenatti, conversando. Foto: Jon Bradburn.
Llegará a decir “No me interesa el candidato” y “Hay que buscar al que escucha más que al que está hablando”. Por eso entre las fotos mostradas están la de un globo que tapa la cara de Mariano Rajoy y la de un conjunto de líderes de Podemos donde la verdadera protagonista es la composición, tan compleja que recuerda a Las Meninas. Después, ante la protesta de los asistentes (“Si llegas sin la foto del candidato te echan una bronca”), matiza pero insiste: “Hace falta arrojo. He pasado por ahí también. Te piden la foto, dejarte de tonterías. Eso no quiere decir anarquía y que hagas lo que te dé la gana, pero creo que vamos muy atrás en el sentido del borreguismo. Lo veo todos los días. Hay fotógrafos que lo pueden confirmar. Hay que acabar con él. Los líderes se dan la mano porque ven al grupo de fotógrafos. Si no, no se la darían. Y se la dan cuatro veces porque los fotógrafos lo piden. Eso es una barbaridad”. “Cuando estoy formando parte de un pesebre o un corralito, intento salir de eso”. “En algunos mítines me quito la acreditación oficial y voy como público”.
“Somos los fotógrafos los que provocamos las situaciones”, dice mencionando los tumultos de los reporteros gráficos en eventos pensados para la televisión donde no se ha planificado bien el espacio para ellos. “En La Casa Blanca hay editores que te aconsejan sobre la lente para cada tiro, la luz, la temperatura… Aquí eso no existe. Nosotros hemos contribuido a hacer que todo esto funcione mal”. Alguien entiende que se está contradiciendo (“quieres libertad para ejercer tu tarea pero luego pides que te marquen las normas”). Morenatti aclara: si el espacio está bien pensado, como suele suceder en unas Olimpiadas, se entiende; si es una encerrona para que captes sólo una escena determinada, hay que rebelarse. Insiste: “Si hubiera una manera de hacer que el borreguismo fuera a menos, sería un bien para la profesión”.
Lejos de los eventos organizados quedan Afganistán, Siria… “A ver cómo se va a enfrentar la Humanidad a ese intervalo no contado de la Historia en algunos lugares, de no saber qué es lo que está pasando, o de saberlo cuando ya es demasiado tarde para los genocidios y las brutalidades”. Morenatti hace referencia a los periodistas locales en los que se apoya AP, fotógrafos que a veces pueden tener una mirada menos fresca sobre la actualidad pero que garantizan el acceso a las escenas básicas y llegan a lugares inaccesibles para los reporteros occidentales. “Mi misión es coordinarlos, intentar adiestrarlos, que consigan imágenes cada vez más potentes con ayuda de nuestra experiencia”.
Morenatti quiere enseñar, ayudar a otros con lo que le sirvió a él. Pero reduce distancias jerárquicas mencionando continuamente la calidad de los trabajadores o colaboradores de AP, algunos de ellos presentes en la sala: los juegos de luz de Daniel Ochoa de Olza, las mejores fotografías de Francisco Seco, Andrés Kudacki, Santi Palacios… “Hay un trabajo currado y sobre todo de saber ver”, dice de varias imágenes de Paul White. También se dirige entre la admiración y la guasa a colegas de otras agencias que están en la tertulia, como Juan Medina, de Reuters (“Tú podías haber dado esta charla”).

Fotógrafos y periodistas en La Tertulia Infinita 17. Foto: Jon Bradburn.
Al mencionar la relevancia creciente de contenidos generados por los usuarios (CGU) se le escapa la desafección por el esfuerzo de comprobación que requieren: “Conseguir el origen de una foto que ha sido 200 o 300 veces tuiteada es casi imposible”. Habla de filtros muy estrictos y de un equipo humano específico que se dedica a la verificación en AP: La credibilidad es el principal valor de una agencia y “cuando hay dudas la foto no se da”, aunque se haya trabajado mucho en ella.
Lo peor para una agencia es tener que hacer un photokill o retirada de una imagen, porque obliga a rectificar a muchos medios. Pese a todas las cautelas también le ha sucedido a AP. Ante la pregunta de un tertuliano Morenatti confirma que uno de esos errores fue propio: tuvo que recular con una foto, pero no porque fuera falsa, sino porque sus derechos de autor no estaban garantizados.
Alérgico al fotógrafo que interfiere, el invitado no cree siquiera que deba apartarse una botella de agua de un atril. “No puedes tocar nada de lo que fotografíes”. En AP las fotos no se retocan más allá de lo básico. De Photoshop se admite “lo que se hacía en el cuarto oscuro: el contraste, los niveles… Y se puede llegar a reservar alguna parte muy sutilmente, pero el original de la cámara no debe diferir excesivamente de la foto manipulada”. Sí se prohíbe de modo expreso la herramienta que ofrece este software para clonar (cortar y pegar motivos dentro de la imagen o de una imagen a otra). “El clon acaba con la carrera de un periodista”. Varios fotógrafos han sido expulsados de medios por manipular en esa línea: “Tiran tu archivo entero a la basura”.
¿Piensan los fotógrafos en términos de buenos y malos cuando disparan? De la respuesta se deduce que tratan de no hacerlo pero que es difícil evitarlo. “Trabajábamos en Oriente Medio en la primera intifada, con muertos en los dos bandos. Los fotógrafos éramos las únicas personas que íbamos de un lado al otro del muro. En un solo día hacíamos funerales en los dos lugares. Yo puedo estar más de acuerdo con un bando que con otro pero el ejercicio era bestial. Era como si hubiera un comité evaluador que fuera a ver mi foto y me dijera “Eh, has metido muchas más fotos de esto que de esto y además son mucho mejores aquí que acá”. En AP me grabaron la disciplina a fuego: como eres internacional, tu papel aquí es de imparcialidad. No se te puede ver el plumero”. Fue difícil pero Morenatti le agradece aquella enseñanza a maestros de entonces como Enric Martí. Ahora trata de repetir esa formación con su equipo: “No nos puede condicionar la realidad que fotografiamos”. En la tertulia, ha intentado poner el mismo número de imágenes “sospechosas” (como la del globo) de cada partido político.
En los últimos años la vida de Morenatti se ha simplificado porque la crisis reduce los encargos para el extranjero y pasa más tiempo en Barcelona, donde está su sede profesional y familiar. No hay nostalgia, y expresamente ha pedido centrar su charla en lo que AP hace ahora y no en lo que hizo él personalmente en “aquellos años” (2008, 2009, 2010). Pero algunas preguntas hacen que las fotos en sepia vuelvan a color: “Vivir por ejemplo en Pakistán y hacer empotramientos con las tropas o estar durmiendo en campos de refugiados no es una vida fácil pero es tan emocionante que te das cuenta de que llevas meses sin dormir bien y que el cuerpo aguanta”.
“Recuerdo una época muy interesante, muy intensa, cuando completé uno de mis mejores años fotográficos, antes de que me hirieran”. Esa es la única mención en toda la charla al ataque con explosivos que le costó parte de la pierna izquierda en Kandahar en 2009. Otra remontada basada en disciplina sin perder la sonrisa. “Nos tocó vivir en sitios muy emocionantes pero al mismo tiempo muy sacrificados”. El “nos” hace referencia a su mujer, Marta Ramoneda, que le acompañó en muchas de esas etapas, otra fotógrafa “marciana” que se internaba sin burka en sitios donde no había presencia femenina. “Os podéis imaginar la intensidad del lugar. Como entrar en la máquina del tiempo”.
Con una hija de dos años, hay otro bebé en camino. “Ahora lo paso mal pensando en aquellas imágenes que hice de nenes muertos, o las de esos inmigrantes que me toca editar que vienen del Mediterráneo por Grecia. Digo ‘Hostias (sic), no sé si sería capaz de hacer esas fotos que hacía antes’. Empiezo a estar condicionado. Con una cría… la veo reflejada en eso”.
¿Por qué Aylan sí y otros niños muertos no? Morenatti es incapaz de ofrecer un motivo concreto, pero defiende la imagen porque impacta y es lo que se necesita para visibilizar dramas y cambiar las cosas. “Yo animé a la gente a ver la foto. Había que hacer algo”. El resultado, la movilización de la gente, justifica su publicación. “Quiero crear impacto con mi fotografía, quiero que la realidad llegue a un mayor número de personas”. Así interpreta también los premios que recibe: si sirven para que se debata y se tome conciencia sobre determinadas situaciones, bienvenidos sean. “Mi objetivo es ese, no vender más copias”.
Ha llegado en moto. Tiene un aspecto juvenil y un acento andaluz combinado con otras cadencias más difíciles de identificar. Parece vivir en positivo, lleno de energía. “Tengo la suerte de que lo he conseguido. He conseguido llegar a donde nunca imaginé que iba a llegar, a representar a una agencia importante, estar en sitios importantes y tener el lujo de contar una buena historia”. Lo dice con un deje de pesar por el contexto nada favorable para tantos compañeros que no trabajan, lo hacen en condiciones precarias o no pueden ejercer su profesión donde desean. “Hoy es casi una utopía llegar a ser fotógrafo y cuando lo consigues tienes que mantenerte”.
“Hay una frase muy buena de [Manuel Pérez] Barriopedro que dice ‘El fotógrafo tiene la habilidad de llorar y reír en décimas de segundo’, y creo que eso define nuestra profesión”, dirá Morenatti en un momento del encuentro. Aquí una muestra de ese trabajo en el filo:
- [La Tertulia Infinita 17 Especial Navidad se celebró en la Champañería-Librería María Pandora, Madrid, el 17 de diciembre de 2015. Gracias a Luis Miguel Madrid, su dueño].
- Fotografías de Emilio Morenatti: Portafolio 2008, crisis económica en España; industria minera; fotografías en AP;
- Galería de La Tertulia Infinita 17 – Especial Navidad 2015 (Jon Bradburn).
- Colaboran con La Tertulia Infinita: FronteraD y Librerantes.
Especial Navidad: fotoperiodismo de agencias con Emilio Morenatti
Publicado: diciembre 14, 2015 Archivado en: tertulias | Tags: corresponsales, Emilio Morenatti, fotoperiodismo, tertulias Deja un comentarioEl jueves 17 de diciembre, a las 20.00 horas, hablaremos sobre el estado actual del fotoperiodismo de agencias con el responsable de producción fotográfica en España y Portugal para Associated Press (AP), Emilio Morenatti (@morenatti2004). Guerra de Irak, Afganistán, Gaza, Pakistán, Haití, Egipto, refugiados… Os invitamos a consultar su currículo. Es uno de los profesionales españoles más reconocidos internacionalmente y su trabajo se describe por sí mismo: portafolio de 2008, Pakistán ese mismo año e imágenes de la crisis y el declive de la industria minera en España.
Nos acoge de nuevo la Champañería-Librería María Pandora. Para hablar de fotografía, nos gusta la luz de Las Vistillas y la de sus velas. Os esperamos en La Tertulia Infinita Navidad 2015 (La Tertulia Infinita 17).
Entrada libre y gratuita. Wi-Fi disponible.
Tuitearemos el debate con las etiquetas #tertuliainfinita y #fotoagencias.
Colabora: FronteraD y Librerantes.
Ofelia de Pablo y Javier Zurita: Adiós al instante fotográfico, bienvenida sea la historia
Publicado: enero 5, 2015 Archivado en: tertulias | Tags: cine, contadores de historias, Efraín Ríos Montt, Emmy, Fútbol, fotoperiodismo, Geishas, Guatemala, Ikea, Japón, Javier Zurita, Ofelia de Pablo, periodismo, periodismo internacional, República Democrática del Congo, Sudáfrica, tsunami Deja un comentarioOfelia de Pablo y Javier Zurita tienen algo de esa optimista escena de apertura de El Nadador (que no de su deriva posterior): Burt Lancaster observa que el mundo es una sucesión de piscinas y comprende que debe recorrerlo sumergiéndose en ellas en lugar de bordearlas.
De entre todas las aguas a las que han saltado, cuatro emergen con frecuencia en la tertulia: Geishas del siglo XXI (“de lo mejor que hemos hecho”); la grabación para Channel 4 sobre el Genocidio del Congo (efecto dominó de un genocidio ruandés tan popularizado por el cine que eclipsó los males que causó en países vecinos); El otro lado del mundial, donde narraron cómo gracias al campeonato de 2010 chavales de los guetos de Johannesburgo estaban accediendo al fútbol y con él a otro mundo posible; y El genocidio invisible, documental que relata el extermino de los pueblos indígenas de Guatemala (y especialmente de sus mujeres) bajo la dictadura de Efraín Ríos Montt.
En todos sus proyectos tratan de demostrar que la vida tiene lados malos y buenos. “¿De qué sirve decir ‘Todo es una mierda y es malo y va a ser peor’?. A nadie le ayuda eso”, dice De Pablo. “Vamos a los sitios e intentamos ver la parte positiva. Los dos somos positivos. La gente también necesita ver luces”, asegura Zurita.
Reconforta preguntar a un periodista si cree que su trabajo contribuye a mejorar el mundo y escuchar, tras unos segundos de prudencia, un “Humildemente, sí” (Zurita). “Cuando cuentas un dramón como el de las mujeres en Guatemala, pues también hay que comprender que tras la publicación de numerosos reportajes han conseguido llevar a un tipo muy poderoso a un juicio. Hay una energía positiva y ves que las cosas avanzan – explica De Pablo- . En el caso de El Congo, la ONU disponía de un borrador sobre lo sucedido que el presidente de Ruanda quería ocultar como fuese. Al filtrarse, la ONU tuvo que publicarlo. Sientes que empujas”, continúa la fotoperiodista. “Cuando [la noticia] sale en un periódico potente y la gente lo lee y lo retuitea los abogados se ponen las pilas. Se crea una especie de tsunami que provoca cambios. Un señor que ha vivido a cuerpo de rey siendo un asesino se levanta un día comprendiendo que se le ha acabado el chollo” (Zurita).
También hay momentos en los que uno se pregunta de qué vale el riesgo. Cómo olvidar ese terremoto de Japón en 2011, trabajando en un hotel en primera línea de playa mientras se temía la llegada de un tsunami. Pero esas mujeres guatemaltecas que agachaban la cabeza temerosas cuando hablaban para su documental y que luego vieron testificar valientes en el juicio contra Ríos Montt son para ambos el mayor regalo que les ha dado la profesión. “Lo vivimos en casa como si nosotros hubiéramos tenido algo que ver. A veces las historias acaban bien” (Zurita).
Redactan, fotografían, graban audio y vídeo… Su trayectoria profesional muestra una combinación valiente de apuestas personales y de proyectos realizados por encargo. Es el signo de todo freelance, pero no hay rastro de victimismo: “El mundo del freelance y el fotoperiodismo siempre han sido primos hermanos”, bromea Zurita. Y como señala De Pablo, es mejor pensar que en el extranjero un freelance es “un fotógrafo que ya ha conseguido lo máximo y quiere ser independiente de los medios”.
La táctica es convertir sus intereses personales en trabajos apetecibles para los medios, lograr su implicación. “Como españoleitor, cuando vas por iniciativa propia porque crees en la historia tienes que buscar financiación debajo de las piedras”, resume Zurita. “Intentamos irnos siempre con un encargo. Cuando ya tienes trato con los editores les avisas, les cuentas el proyecto, peleas un poco por el enfoque. Tratamos de salirnos con la nuestra todo lo que podemos”, completa De Pablo.
Algunas de las escenas que relatan revelan pérdida de respeto a su tarea, a la figura del fotógrafo, del redactor… al periodismo en general. Y eso vuelve a despertar comentarios encendidos entre los asistentes (muchos fotoperiodistas), que proponen iniciativas o asociaciones para mejorar la escena. Una abogada se sorprende de que no exista colegio profesional. “Hay gente capaz de hacerlo gratis con tal de seguir haciéndolo y ese es el mayor error -cree De Pablo-. Mientras en países como Alemania los fotoperiodistas pelean en los tribunales por sus derechos, en España se firman cosas aberrantes”.
El carácter individualista de los fotógrafos también juega en contra. Ambos certifican que en ocasiones sí es real esa figura del profesional independiente, difícil, una especie de guardameta con el carácter delimitado por la soledad y la tensión. Aquí Zurita jugaba de portero cuando era pequeño y De Pablo a veces habla sola –reconocen con humor- pero ambos creen que ser pareja y trabajar juntos ayuda a minimizar el riesgo de fatiga mental.
Es realizando proyectos multimedia cuando más observan que su tándem funciona, porque se amplían las tareas al sonido y al vídeo y es necesario trabajar en equipo. Su pronóstico es que el futuro pasa por este lenguaje que mezcla multitud de soportes. Se han sumergido de lleno en él: “Las famosas fotografías de Cartier-Bresson, el instante decisivo… eso ha terminado. El fotógrafo de la nueva era no va a ser el que capture una buena fotografía, sino el que capture una buena historia”, dice Zurita. “El volumen de imágenes que recibimos es tan grande que esos momentos de fotografías icónicas del pasado cuestan mucho más”, contextualiza De Pablo. Por eso hay tanta fotografía al límite: “Se busca llegar a la gente que está en un sofá viendo miles de imágenes; cuanto más sangrienta o más impactante más va a remover una conciencia. Pero ya nada nos remueve. Nos ablanda más el anuncio de lkea que cualquier masacre. ¿Por qué? Porque las historias tienen mucho más impacto que la fotografía”, continúa.
De Pablo relata que cada vez se contrata a fotógrafos para realizar trabajos de televisión. Alguno se ha llevado a casa varios Emmy: “Es porque los fotógrafos tenemos una mirada diferente. Quizá lo perfecto sería un tipo que hiciera cine, pero como necesita tanta parafernalia y no trabaja con sujetos reales, en situaciones en las que salta por los aires el guión le costaría mucho. Es la estética de cine mezclada con la realidad de la fotografía lo que interesa. Y contar historias”. “Hemos apostado por las historias” dice convencida. “Los mejores fotógrafos serán los contadores de historias”, reafirma Zurita.
Alguien del público pregunta: ¿Tenéis estrategia de marketing en las redes? “Uy, estrategia nosotros. Pero tú nos has visto?” ríe De Pablo. Y en realidad toda la tertulia ha sido así. Espontánea y generosa. Nunca el público asistente ha intervenido tanto, a petición de los propios invitados. Como si fueran Ofelia y Javier quienes nos hubieran llevado a charlar en su salón, interesados por nuestros casos.
¿Qué gadget le regalarían a un amigo, en estas fechas de Navidad? “Lo que necesitas muchas veces más que cacharros es el empuje” (De Pablo). “¿De qué te sirve tener un montón de cacharros si no te vas?”, se pregunta Zurita, quien continúa: “Lo mejor es irte. Y equivocarte. Y reflexionar: ‘Qué mal lo he hecho. Tengo que volver y hacerlo mejor’. Prueba y error”.
Felices Reyes Magos y un 2015 lleno de intentonas.
- [La Tertulia Infinita 13 se celebró en el Bar Tukana de Madrid el día 30 de diciembre de 2014. Gracias a Fito, su dueño, y Julián, su camarero].
- Carrusel fotográfico de La Tertulia Infinita 13
Gemma Parellada, Alberto Rojas y Hernán Zin, en La Tertulia Infinita 5
Publicado: abril 9, 2013 Archivado en: tertulias | Tags: alberto rojas, África, fotoperiodismo, gemma parellada, hernán zin Deja un comentario
Dicen que más que una profesión el Periodismo es una forma de vida: engancha. Lo mismo parece ocurrir con África: quien la ha conocido sólo desea volver. Este miércoles 10 de abril celebramos «La Tertulia Infinita 5» con tres personas que combinan ambas pasiones: Gemma Parellada (colaboradora de medios como CNN, El País o Catalunya Ràdio), Alberto Rojas (trabaja para El Mundo y Jotdown Magazine) y Hernán Zin (El País, 20 minutos, Canal Plus, TVE… Premio Internacional de la Academia de Televisión).

Gemma Parellada, Alberto Rojas y Hernán Zin
Parellada es una de las pocas periodistas españolas que vive permanentemente en África (Costa de Marfil) y hará las veces de corresponsal invitada. Los tres configuran una lista larga de países subsaharianos en los que ya han trabajado: Malí, Sudán, Somalia, Kenia, Ruanda, Nigeria, República Democrática del Congo… Y quedan por mencionar. A medio camino entre el fotoperiodismo y el reporterismo, nos hablarán de los últimos conflictos que han cubierto y de cómo se ejerce el Periodismo en África cuando África está en el corazón.
El encuentro se celebrará en un lugar destinado por excelencia a grandes viajeros y conversadores: el local de National Geographic en la calle Gran Vía de Madrid.
Cuándo: Miércoles 10 de abril, 20.30 horas
Dónde: National Geographic Café (mini auditorio). Calle Gran Vía 74. Metro Plaza de España
Entrada libre y gratuita
Wi-fi disponible
Un poco más de información sobre Gemma Parellada, Alberto Rojas y Hernán Zin.