#TertuliaInfinita16: refugiados, una visión desde el periodismo y las ONG

Países que abren y cierran fronteras. Políticos que discuten. Patada a un padre con hijo. Bebé muerto en la orilla. Trenes atestados. Cargas policiales. Lanchas que vuelcan. Lanchas que no.

Teníamos ganas de detenernos en las ONG, con capacidades informativas que en ocasiones superan ya a las de los medios internacionales. Con la mayoría de los reporteros españoles que cubren este gran éxodo de nuestro tiempo donde tienen que estar (en el terreno), nos apoyamos en periodistas del Tercer Sector para entender los acontecimientos. También en la reportera Pilar Cebrián, Premio Joven 2014 de la Asociación de la Prensa de Madrid, que acaba de acompañar a un grupo de refugiados en su viaje desde Turquía hasta Suecia.

El cartel está muy lleno, y todavía puede ampliarse. Sobre todo con vuestra participación.

Invitados, por orden alfabético:

  • Guillermo Algar, @guillermoalgar. Responsable de prensa. MSF España.
  • Pilar Cebrián, @pilarcebrian. Periodista freelance para El Confidencial y Antena3 TV.
  • Fernando García Calero, @fernandogcalero. Responsable de prensa. MSF España.
  • Miguel Ángel Rodríguez,@MARodriguez1971. Responsable de Comunicación Externa. Cruz Roja.
  • Manuel Sobrino, @msobrinof. Responsable de Comunicación. Red Acoge.
  • Anna Surinyach, @surianna. Fotoperiodista. MSF España.
  • Celia Zafra, @celiazafra. Responsable de Comunicación en Médicos del Mundo.

La Tertulia Infinita 16 - Refugiados

Nos vemos en Traficantes de Sueños. Con la colaboración de FronteraD y Librerantes.


Ofelia de Pablo y Javier Zurita: Adiós al instante fotográfico, bienvenida sea la historia

Ofelia de Pablo y Javier Zurita tienen algo de esa optimista escena de apertura de El Nadador (que no de su deriva posterior): Burt Lancaster observa que el mundo es una sucesión de piscinas y comprende que debe recorrerlo sumergiéndose en ellas en lugar de bordearlas.

Javier Zurita (izquierda) y Ofelia de Pablo (derecha) en La Tertulia Infinita 13

Javier Zurita (izquierda) y Ofelia de Pablo (derecha) en La Tertulia Infinita 13

De entre todas las aguas a las que han saltado, cuatro emergen con frecuencia en la tertulia: Geishas del siglo XXI (“de lo mejor que hemos hecho”); la grabación para Channel 4 sobre el Genocidio del Congo (efecto dominó de un genocidio ruandés tan popularizado por el cine que eclipsó los males que causó en países vecinos); El otro lado del mundial, donde narraron cómo gracias al campeonato de 2010 chavales de los guetos de Johannesburgo estaban accediendo al fútbol y con él a otro mundo posible; y El genocidio invisible, documental que relata el extermino de los pueblos indígenas de Guatemala (y especialmente de sus mujeres) bajo la dictadura de Efraín Ríos Montt.

En todos sus proyectos tratan de demostrar que la vida tiene lados malos y buenos. “¿De qué sirve decir ‘Todo es una mierda y es malo y va a ser peor’?. A nadie le ayuda eso”, dice De Pablo. “Vamos a los sitios e intentamos ver la parte positiva. Los dos somos positivos. La gente también necesita ver luces”, asegura Zurita.

Reconforta preguntar a un periodista si cree que su trabajo contribuye a mejorar el mundo y escuchar, tras unos segundos de prudencia, un “Humildemente, sí” (Zurita). “Cuando cuentas un dramón como el de las mujeres en Guatemala, pues también hay que comprender que tras la publicación de numerosos reportajes han conseguido llevar a un tipo muy poderoso a un juicio. Hay una energía positiva y ves que las cosas avanzan – explica De Pablo- . En el caso de El Congo, la ONU disponía de un borrador sobre lo sucedido que el presidente de Ruanda quería ocultar como fuese. Al filtrarse, la ONU tuvo que publicarlo. Sientes que empujas”, continúa la fotoperiodista. “Cuando [la noticia] sale en un periódico potente y la gente lo lee y lo retuitea los abogados se ponen las pilas. Se crea una especie de tsunami que provoca cambios. Un señor que ha vivido a cuerpo de rey siendo un asesino se levanta un día comprendiendo que se le ha acabado el chollo” (Zurita).

También hay momentos en los que uno se pregunta de qué vale el riesgo. Cómo olvidar ese terremoto de Japón en 2011, trabajando en un hotel en primera línea de playa mientras se temía la llegada de un tsunami. Pero esas mujeres guatemaltecas que agachaban la cabeza temerosas cuando hablaban para su  documental y que luego vieron testificar valientes en el juicio contra Ríos Montt son para ambos el mayor regalo que les ha dado la profesión. “Lo vivimos en casa como si nosotros hubiéramos tenido algo que ver. A veces las historias acaban bien” (Zurita).

Redactan, fotografían, graban audio y vídeo… Su trayectoria profesional muestra una combinación valiente de apuestas personales y de proyectos realizados por encargo. Es el signo de todo freelance, pero no hay rastro de victimismo: “El mundo del freelance y el fotoperiodismo siempre han sido primos hermanos”, bromea Zurita. Y como señala De Pablo, es mejor pensar que en el extranjero un freelance es “un fotógrafo que ya ha conseguido lo máximo y quiere ser independiente de los medios”.

La fotoperiodista, en el Bar Turkana

La fotoperiodista, en el Bar Turkana

La táctica es convertir sus intereses personales en trabajos apetecibles para los medios, lograr su implicación. “Como españoleitor, cuando vas por iniciativa propia porque crees en la historia tienes que buscar financiación debajo de las piedras”, resume Zurita. “Intentamos irnos siempre con un encargo. Cuando ya tienes trato con los editores les avisas, les cuentas el proyecto, peleas un poco por el enfoque. Tratamos de salirnos con la nuestra todo lo que podemos”, completa De Pablo.

Algunas de las escenas que relatan revelan pérdida de respeto a su tarea, a la figura del fotógrafo, del redactor… al periodismo en general. Y eso vuelve a despertar comentarios encendidos entre los asistentes (muchos fotoperiodistas), que proponen iniciativas o asociaciones para mejorar la escena. Una abogada se sorprende de que no exista colegio profesional. “Hay gente capaz de hacerlo gratis con tal de seguir haciéndolo y ese es el mayor error -cree De Pablo-. Mientras en países como Alemania los fotoperiodistas pelean en los tribunales por sus derechos, en España se firman cosas aberrantes”.

El carácter individualista de los fotógrafos también juega en contra. Ambos certifican que en ocasiones sí es real esa figura del profesional independiente, difícil, una especie de guardameta con el carácter delimitado por la soledad y la tensión. Aquí Zurita jugaba de portero cuando era pequeño y De Pablo a veces habla sola –reconocen con humor- pero ambos creen que ser pareja y trabajar juntos ayuda a minimizar el riesgo de fatiga mental.

Es realizando proyectos multimedia cuando más observan que su tándem funciona, porque se amplían las tareas al sonido y al vídeo y es necesario trabajar en equipo. Su pronóstico es que el futuro pasa por este lenguaje que mezcla multitud de soportes. Se han sumergido de lleno en él: “Las famosas fotografías de Cartier-Bresson, el instante decisivo… eso ha terminado. El fotógrafo de la nueva era no va a ser el que capture una buena fotografía, sino el que capture una buena historia”, dice Zurita. “El volumen de imágenes que recibimos es tan grande que esos momentos de fotografías icónicas del pasado cuestan mucho más”, contextualiza De Pablo. Por eso hay tanta fotografía al límite: “Se busca llegar a la gente que está en un sofá viendo miles de imágenes; cuanto más sangrienta o más impactante más va a remover una conciencia. Pero ya nada nos remueve. Nos ablanda más el anuncio de lkea que cualquier masacre. ¿Por qué? Porque las historias tienen mucho más impacto que la fotografía”, continúa.

El fotoperiodista, en la conversación.

El fotoperiodista, en la conversación.

De Pablo relata que cada vez se contrata a fotógrafos para realizar trabajos de televisión. Alguno se ha llevado a casa varios Emmy: “Es porque los fotógrafos tenemos una mirada diferente. Quizá lo perfecto sería un tipo que hiciera cine, pero como necesita tanta parafernalia y no trabaja con sujetos reales, en situaciones en las que salta por los aires el guión le costaría mucho. Es la estética de cine mezclada con la realidad de la fotografía lo que interesa. Y contar historias”. “Hemos apostado por las historias” dice convencida. “Los mejores fotógrafos serán los contadores de historias”, reafirma Zurita.

Alguien del público pregunta: ¿Tenéis estrategia de marketing en las redes? “Uy, estrategia nosotros. Pero tú nos has visto?” ríe De Pablo. Y en realidad toda la tertulia ha sido así. Espontánea y generosa. Nunca el público asistente ha intervenido tanto, a petición de los propios invitados. Como si fueran Ofelia y Javier quienes nos hubieran llevado a charlar en su salón, interesados por nuestros casos.

¿Qué gadget le regalarían a un amigo, en estas fechas de Navidad? “Lo que necesitas muchas veces más que cacharros es el empuje” (De Pablo). “¿De qué te sirve tener un montón de cacharros si no te vas?”, se pregunta Zurita, quien continúa: “Lo mejor es irte. Y equivocarte. Y reflexionar: ‘Qué mal lo he hecho. Tengo que volver y hacerlo mejor’. Prueba y error”.

Felices Reyes Magos y un 2015 lleno de intentonas.


Angeles Espinosa: “En medio de la guerra y el horror, la gente se enamora”

 

Quizá la mejor descripción que pueda hacerse de Ángeles Espinosa sea la de que acumula más de 3.800 contactos en su teléfono móvil (es la cifra aproximada que emerge durante la conversación). El suyo es un periodismo internacional de altos vuelos, que la lleva de un país a otro y de una fuente a otra con eficacia y celeridad. Y la fuente puede ser un activista en un entorno clandestino, un portavoz terrorista o un monarca con poder de decisión sobre millones de personas.

Ángeles Espinosa, corresponsal de El País en Dubái.

Ángeles Espinosa, corresponsal de El País en Dubái. Foto: M. Ángeles Martín / La Tertulia Infinita

Lleva prácticamente toda su vida profesional en El País, un espécimen cada vez más singular en los tiempos que corren. Entró allí como becaria y se ofreció para ir a Beirut. La respuesta fue no, pero ahí empezó todo. “Yo lo elegí y me eligió”, dice en concreto de la información sobre países árabes.

Que viva en la moderna Dubái desde que la expulsaron de Irán, donde fue corresponsal durante 6 años, tiene explicación: “Es práctico. Las comunicaciones funcionan y hay vuelos diarios hacia los países que cubro, de Paquistán a Arabia Saudí, de Irak a Yemen”. Esos mismos motivos logísticos hacen que pasen por la ciudad muchas figuras que conviene entrevistar.

Espinosa llega al encuentro con gafas de sol. Ha tenido un desgarramiento ocular que puso en duda su viaje a Madrid, pero al final puede comenzar en esta ciudad sus vacaciones. La foto fija que se trae de Bagdad, su destino más reciente: “Muros de hormigón y puestos de control donde hay un policía, un soldado y dos o tres señores con o sin uniforme que no sabes muy bien a qué milicia pertenecen. Es lo que da miedo a la gente. No se sabe quién es la autoridad”. La imagen es triste sobre todo para quien, como esta corresponsal, ha visto otra Bagdad en la que no había libertad y donde no se hablaba, pero donde sí “había jardines, árboles y la gente podía salir a hacer la compra”.

La música de fondo de la zona siempre es la miseria. “Hay que conocer los lugares para entender ciertas cosas. Uno va a Zarqa, pueblo natal de Al Zarqawi en Jordania, y encuentra un sitio inmundo, polvoriento, donde lo menos extraño es que surja alguien como él. Un chaval joven allí, aparte de cruzarse mano sobre mano a la puerta de su casa y planear alguna maldad, poco tiene que hacer. No hay bares, no hay discotecas, no hay cines. Relacionarse con chicas no puede ser. El sexo tampoco. En pueblos pequeños ni siquiera hay un prostíbulo”.

La periodista es capaz de explicar el conflicto como un puzle complejo que comenzó con la Guerra Fría y lleva completándose desde entonces a la vista de todos. En él, no todas las malas piezas son achacables a los Estados Unidos. Los estereotipos han perjudicado mucho: “El enfrentamiento entre suníes y chiíes no es un imperativo histórico. Ni han estado toda la vida peleándose ni tienen que hacerlo, según los expertos con los que hablo. Era un enfrentamiento ideológico que ha adquirido carácter político sólo recientemente. Se están explotando esos sentimientos”.

Objetividad, rigor. Se ve que los persigue. Entre los dos caminos que percibe en el periodismo internacional de hoy (The New York Times, para el que los hechos son sagrados, y The Guardian, un medio de calidad que apuesta por un tono más militante) se queda con el primero. Sobre la difusión en Internet de imágenes de extrema crueldad por parte de los yihadistas del Ejército Islámico de Irak y Levante (EIIL, ahora EI), su propuesta es que los medios repliquen estas fotografías con prudencia: “Es obsceno que a mi muerto lo cubra con una sábana y al muerto iraquí lo muestre decapitado”.

Ángeles Espinosa, en La Tertulia Infinita 11

Ángeles Espinosa. Foto: M. Ángeles Martín / La Tertulia Infinita

A Espinosa le inquietan quienes se alistan tras ver esos vídeos: “Se diría que provocan repulsión, pero tienen gran éxito, el EIIL recluta personas. Puede comprenderse en Irak porque llevan tres décadas brutalizados por una dictadura, la guerra y las sanciones. Muchos no han visto otra cosa. Pero que haya chicos y chicas que viven en Suecia, en Londres … No sé si somos sociedades enfermas”. Corrobora estos temores la corresponsal holandesa Jessica Spengen, aportando datos de voluntarios yihadistas en su propio país. Es quizá la nueva forma de lucha de algunos jóvenes rebeldes contra el sistema, concluyen ambas; una sangrienta actualización de lo que en el pasado se quedaba en las drogas y el rock and roll.

A la vista de la expansión del EI, ¿debería haberse intervenido en Siria? “No creo que haya intervenciones generosas. Un país interviene de acuerdo con sus intereses, incluso cuando se llaman humanitarias”. Y la participación militar no siempre es útil, recuerda la reportera. “¿Qué hay ahora en Libia? El caos”. “Lo que he aprendido más claramente en casi tres décadas de profesión es que no hay buenos y malos, no hay amigos ni enemigos. Todo tiene muchas gamas de gris”, explica.

La Tertulia Infinita 11. Foto: M. Ángeles Martín

La Tertulia Infinita 11. Foto: M. Ángeles Martín

Por su atención a distintas capitales Espinosa tiene muy presentes las estrategias, la partida global. Así, a veces las decisiones se toman con estrictos criterios militares, a veces tienen peso las humanas envidias entre emires. Es evidente que los contactos tienen gran peso en su trabajo, que cultiva mucho su trato y evalúa los resortes psicológicos de sus encuentros. Ha entrevistado a numerosos jefes de Estado de la zona, desde Mahmud Ahmadineyad hasta Bashar Al Assad: “Los políticos no nos dan una entrevista por ser simpáticos, la dan porque les interesa. También es importante que sus asesores te conozcan”. La periodista cree que es necesario además “estar en los sitios, tener una continuidad en la zona”. Y cuida a sus fuentes: “Hay personas a las que no llamo porque sé que  eso podría suponerles una detención de los servicios secretos”.

Tras su trabajo hay esfuerzo de planificación. ¿Cómo te organizas? ¿Cómo llevas tu agenda?, preguntan Elena Aljarilla y otros asistentes, curiosos sobre cómo se puede cubrir 7 países: “Trato de estar atenta, preparo los temas con el coordinador en Madrid. Pero es verdad que antes había un imprevisto de vez en cuando, ahora hay un imprevisto todas las semanas”.

Tráfico incesante. Pitidos y sirenas. Sobrevuela un helicóptero y alguien bromea con que es un drone. Pero estamos junto a El Retiro y el frescor es agradable. También se oyen pájaros. Como en los destinos de Espinosa, la mezcla es la esencia: “Todo pasa a la vez. En medio de la guerra y del horror, la gente se enamora, se casa, tiene hijos”.

A medida que la periodista se refiere a una y otra cobertura la visualizo de un lado para otro de la región, su casa a la espera. Tras la tertulia comprendo que a los otros participantes les ha pasado igual. A la hora y media de comenzar el encuentro, cuando vamos a decidir su final, alguien que viene a buscarla y una lluvia fina precipitan el adiós. “Me he quedado con tantas ganas de preguntar… -suspira una tertuliana cuando la reportera ya se ha ido- ¿Pero a usted quién le tira las cosas a la basura cuando se le mueren en la nevera?

[Ángeles Espinosa fue la corresponsal invitada a La Tertulia Infinita 11, que tuvo lugar el miércoles 2 de julio en la terraza del Café Shukran, en los jardines de Casa Árabe].


Naranjo y Castellano: “El problema de los muros es que no dejan ver lo que pasa al otro lado”

 

  • Periodismo internacional e inmigración en La Tertulia Infinita 10
  • José Naranjo: “La percepción desde allí es que esto es una guerra. La misma que tenemos aquí cuando nos manifestamos por derechos que nos quitan”
  • Nicolás Castellano: “No hay que discutir el uso o no de pelotas. Hay que discutir que la ley no funciona»

Temíamos las pancartas, el partidismo, en la tertulia sobre periodismo internacional y migración. Y José Naranjo (freelance, El País) y Nicolás Castellano (Cadena Ser) dieron una lección. Regalaron titulares contundentes muy cercanos a eslóganes políticos, sí, pero no dejaron uno solo sin explorar y justificar. Si de entrada le cuesta a usted asumir que “Esto es una guerra” y que estamos en el bando de los malos, explique cómo puede ser que hayan muerto 20.000 personas en aguas del Mediterráneo sin que nadie reconozca el fracaso de décadas de política de extranjería. Este resumen es demasiado corto como para desenrollar el hilo argumental que va entre una cosa y otra. Afortunadamente la tertulia, una de las más largas, didácticas y concurridas, no lo fue.

Nicolás Castellano (izquierda) y José Naranjo (derecha). Foto: David Hendricks.

Dice José Naranjo (Pepe) que él y Nicolás Castellano (Nico) son como hermanos y lo parece. Se toman el pelo, se quitan la palabra. El segundo no es que la quite, es que no la suelta, aunque asegura que sólo es “un discípulo de Pepe”. Aquí están: Naranjo con una visión privilegiada sobre la parte sur de la frontera migratoria África-Europa; su compañero al norte, aunque no de pensamiento.

«Los inmigrantes que hacen «el camino» están ahora en Facebook y Twitter, podemos seguir su periplo, que a veces dura años. Feisbuqueo, me voy al ciber«, describe gráficamente Castellano, reiterando que son jóvenes con las mismas inquietudes que los de aquí, con un concepto de la familia similar al que teníamos nosotros hace pocos años: «Antes, si un familiar viajaba y no traía regalo era para matarlo, aunque hubiera ido aquí al lado. Para ellos es lo mismo: lo anuncian, se hacen fotos con las cosas bonitas que van viendo, exageran sus éxitos…” «Y vuelven con la camiseta de la selección», completa Naranjo.

Se agradecen sus bromas para animar un relato a ratos deprimente. También su guasa con giros de Gran Canaria (el “chau chau”, los “pibes”….). En el diálogo vuelven a esta isla una y otra vez para demostrar que conocen la inmigración en su contexto más difícil, el local. Los dos empezaron allí, preguntándose el por qué de la llegada de cayucos.

“Recuerdo la pancarta de las asociaciones de vecinos en una manifestación: `Contra la inmigración ilegal, las enfermedades infecciosas y el crimen organizado’. Agüita”, dice Naranjo haciendo reír. Con anécdotas como esta muestran la ignorancia de quienes recurren al argumento de la proximidad: ese de que es muy fácil solidarizarse con los inmigrantes cuando uno no se ve directamente/vecinalmente perjudicado por ellos. ¿Estamos seguros de que son los inmigrantes quienes nos perjudican o es la gestión de los recursos comunes lo que anda mal?

Los dos reporteros creen que lo peor de la migración es la perversión del lenguaje, el discurso de trazo grueso que han logrado imponer políticos y medios difundiendo estereotipos negativos sobre la migración. Por eso a veces reciben una pregunta y la reformulan, evitando contestarla como está. “No hay que discutir el método (el uso o no de pelotas) hay que discutir que la ley no funciona, que hay demasiadas muertes”, golpea sobre la mesa Castellano. Naranjo apunta que usar la palabra «problema» para describir la migración es una trampa: en realidad es «la búsqueda de una solución» al verdadero problema, la miseria. Al principio de la tertulia uno piensa que esta insistencia en la lengua tiene algo de fijación, pero ejemplo tras ejemplo, comprende. Lo corroboran otros contertulios: “Tratas de informar contradiciendo los tópicos, pero de repente llega un solo titular y lo tira todo por tierra: `Te van a asaltar 30.00 tíos con cuchillos entre los dientes’. No hay nada que hacer”, dice Isabel Vega, de Europa Press.

Participantes en La Tertulia Infinita 10. Foto: David Hendricks.

La agencia Associated Press (AP) ha prohibido el uso de “ilegal” para referirse a un inmigrante en sus teletipos; The New York Times también vigila ya expresiones negativas. En España, nos cuentan, se han hecho guías de comunicación pero los directivos de medios no las asumen. Y así la información que recibimos va de drama en drama, rápidamente embarcada en el oleaje PP-PSOE y siempre inflamada por la polémica, por la “avalancha”. “Muchos medios descubren ahora las devoluciones en caliente, que llevan años haciéndose en España. Tener que morir 15 personas para que se fijen en que es ilegal…”, lamenta Castellano.

¿Y la Europa de los derechos humanos? Castellano: “Tras la tragedia de Lampedusa -7 días, 2 naufragios, 600 muertos- se dijo que el próximo Consejo Europeo tomaría decisiones. Pospuesto al siguiente. Y al siguiente. No hay interés”. El reportero dice que sólo se piensa en “barreras para proteger esta jaulita”: “El Parlamento de Canarias llegó a aprobar que el Ejército obligara a las pateras a dar la vuelta en alta mar”, recuerda. “Estamos –advierte  Naranjo- ante uno de los mayores fracasos colectivos de nuestra sociedad. Hemos construido en torno a nuestro bienestar un intrincado sistema de protección que va más allá de lo físico (las vallas, la patrullera). También es mental. Algún día nuestros nietos se preguntarán qué pasó, cómo pudieron morir 20.000 personas estrellándose contra las costas europeas”. Naranjo y Castellano alertan contra la xenofobia y la desmemoria. Recuerdan a la generación de sus abuelos, que tanto emigró.

Sobre la tragedia de Ceuta lo tienen claro: hasta miembros de la Guardia Civil han reconocido que no se hicieron las cosas bien. Nico Castellano cree necesaria la dimisión del ministro.

 ¿Hay peligro con tantos inmigrantes a las puertas? “Antidisturbios, la legión, elevación de la valla… La gente se muere intentando llegar a Europa. Y ningún partido mayoritario se plantea apartarse de los métodos militares aunque se haya demostrado que no sirven ni para el objetivo de repeler en la entrada. Hemos llegado a escuchar que llegaban yihadistas en patera. Jamás se dado el caso”, dice Castellano. El periodista de la Cadena Ser insiste en que se están manipulando las estadísticas: “Es falso que la entrada de inmigrantes por vía irregular vaya a desestabilizarnos. En Canarias se mete miedo con 30.000 inmigrantes africanos y se olvidan las enormes cantidades de inmigrantes de Suecia y Alemania. Y no es una cuestión africana, es una cuestión de dinero. En Las Palmas, los mejores pisos los  tienen los mauritanos acomodados. Con esos no hay problema”. Inmigrante rico, inmigrante pobre.

“Llegan a las puertas de la prosperidad y les esperamos con pelotas de goma o pinchando sus zodiac. Ellos alucinan, lo viven como una humillación. Es violencia estructural. Aparato represor musculado”, critica Naranjo: “El problema de los muros es que no dejan ver lo que pasa al otro lado. Y lo que no ves es que estamos  en guerra. La percepción desde allí es que esto es una guerra. La misma que tenemos aquí cuando nos manifestamos por derechos que nos quitan, como en el caso de los desahucios”.

La migración no cesará porque está en el ADN de muchos pueblos del mundo y porque mientras haya penuria económica habrá huida. Pero el sistema imperfecto que hay ahora sí puede mejorar, creen los dos periodistas.

Aunque ya nunca la llamaremos problema, la migración es una cuestión difícil, compleja. Belén Domínguez se disculpa por hacer una pregunta «que seguramente será simple porque no soy periodista»: “¿Y entonces qué solución le veis a esto?

Nico Castellano y José Naranjo, en La Tertulia Infinita 10. Foto: David Hendricks.

Y los periodistas contestan. Claro que contestan: que si funcionara mejor, la política de visados daría soluciones; que ciertas personas sí cumplen los requisitos y deberían poder venir legalmente; que se ha de llegar a acuerdos de repatriación que funcionen, no como los de ahora; que los medios deben dejar de generar este estado tenso de opinión; que se deben suprimir los Centros de  Internamiento de Extranjeros (los CIE, “agujeros negros como una catedral”, dice Nico) y las redadas racistas; que las ONG –por las que se interesa el periodista Héctor Rodríguez– deberían contar con más recursos…

Otros participantes en la tertulia intervienen también con propuestas de solución. Pero entre la pregunta de Belén y las respuestas, incluidas las de los periodistas, ha mediado un silencio algo incómodo. Largo.

¿Qué futuro hay?, pregunta un asistente muy joven. “El futuro eres tú -contesta Naranjo-, el futuro es que haya una persona de 18 años que viene a estas cosas”.

 

[José Naranjo y Nicolás Castellano fueron los periodistas internacionales invitados a La Tertulia Infinita 10, que se celebró en el Bar El Colmo de Madrid el 20 de febrero de 2014. Gracias a Palma, su dueña].


Jon Lee Anderson, el reportero compasivo: «Este es un mundo matón»

 

  • Manual del buen entrevistador: “Si hablas con ellas sin juzgarlas las personas se abren, te cuentan. Si eres compasivo por naturaleza, eso se palpa”.
  • El conflicto del momento: “El mundo no está en paz y está mucho menos en paz por Siria”.
  • Precariedad de la profesión: “Bajo una crónica debería poner: `Por esta historia hemos pagado 60 euros, o 150´”.  
  • La situación de España: “¿Por qué se ofenden con The New York Times por publicar fotografías de españoles que buscan en la basura? Los periódicos de aquí trataron antes igual la situación en Grecia”.

Uno intuye que va a poder tratarle con llaneza porque la emplea para contestar a los correos y porque aparece en múltiples fotografías con ropa casual, pero no espera tanta cercanía. La sencillez de Jon Lee Anderson desarma.

Foto: Mateo Lanzuela

Habla un castellano tranquilo, a ratos musical e hispanoamericano, lleno de metáforas curiosas (“Insularidad ideológica”, dice para referirse a Irán). Es un castellano que parece fluir, como todo en este periodista que trata con idéntica  naturalidad a todo aquel con quien habla (un tendero, una reportera, un profesor). Así que cuando se le pregunta cuál es el secreto para extraer lo mejor de tantas fuentes y entrevistados, casi no sorprende la respuesta: “Diplomacia, tacto, perseverancia; hay que buscar lo que haya de amable (‘gustable’) en esa persona, aunque difícilmente pueda gustar”.

El asunto de cómo entrevistar reaparece varias veces a lo largo de la tertulia, salpimentándola de pistas de interés sobre su modus operandi. Él dice observar la comunicación no verbal (“cómo se mueven en cada cultura”) y algo muy importante: “Saber dónde cae tu propia sombra, entender cómo te ven a ti”. Sólo a partir de ese ángulo puedes actuar, y siempre desde la humildad: “Si hablas con ellas sin juzgarlas, las personas se abren, te cuentan. Si eres compasivo por naturaleza, eso se palpa”.

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