Ángel Martínez: “Muchos freelance me inspiran más que las figuras con las que crecí”

 

Texto: Isabel Afonso / Myriam Redondo

 

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“Si vierais los datos dejaríais el periodismo”, dice Ángel Martínez a los estudiantes que le rodean bajo el sol, sentados en el césped de la Universidad Complutense de Madrid. Es un discurso pensado para disuadirles, apuntalado con casos de colaboradores que valen mucho y son maltratados económicamente. Pero no conseguirá su objetivo porque la charla tiene demasiadas fugas ilusionantes: esta profesión no cambia el mundo… «pero la gente que tiene poder de decisión sí va a leer esos reportajes”.

 

Ángel Martínez. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 

El día 5 de abril de 2017 los alumnos de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales se reunieron en el césped de la Facultad de Ciencias de la Información (UCM) para tener un debate con el jefe de la Sección de Internacional de El Confidencial, Ángel Martínez (@angelmartgar, Ferrol, 1977). La moderadora, Gracia Luisa Espinosa-Arroquia (@GraciaLuisa92), empezó preguntándole por la formación recibida para hacer su trabajo y la recomendación de ser autodidactas terminó recorriendo toda la charla.

Martínez aconseja leer prensa y libros: “Aprovechad el tiempo de ahora para formaros porque cuando entréis en una redacción la vorágine no os lo permitirá”. Otra clave es especializarse, “identificar muy bien lo que os interesa e ir a por ello”.

Hace fotos Amaia Echevarría (@amaia_ech). Ellas y ellos preguntan. Esperanzados, desalentados, críticos. En un momento dado un alumno mantendrá un peloteo largo e interesante con el invitado. Sospecha que el periodismo internacional de hoy sólo puede afrontarse si dispones de elevados recursos económicos. Martínez insiste en que para adquirir experiencia y contactos viajen todo lo posible en vacaciones, aunque sea a destinos baratos, y concede que al empezar en el extranjero podrá ser necesario compaginar el reporterismo con otros trabajos. Les confirma que es una opción profesional muy dura: “Dinero no vas a ganar”.

Un grupo considerable de estudiantes dijeron el primer día de clase que querrían ser corresponsales. Martínez advierte: “La situación es muy mala. Las corresponsalías están en desaparición. […] Cada vez se funciona más con freelance porque lo primero a lo que ha pasado factura la crisis es a la sección de Internacional”. También influye el comportamiento volátil de los lectores, que no aconseja tener destinos fijos. Todo se olvida rápido, como Mosul, donde enviaron a una reportera. “Los sitios informativos tienen un pico de 2 o 3 horas. Las primeras tres horas, un atentado en Bruselas tiene una audiencia del 90%, a las 10 de la noche ya ha caído a la mitad y al día siguiente da igual la vuelta que le des que la gente ya está a otra cosa”.

 

Ángel Martínez en la UCM. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 

Tarifas y funcionamiento

No todas las preguntas son fáciles. Martínez reconoce que El Confidencial no cuenta con presupuesto para corresponsales y explica que sólo mantienen una en Bruselas. Ana Flores (@AnaFloresMorate) le plantea los rumores de recorte de plantilla en su medio. Los desmiente, los matiza. También se le apunta que hay temas poco tratados en su sección, como Yemen, y otras historias demasiado atendidas como Donald Trump. “Nadie puede entrar en Yemen ahora. Te van a matar. Y para que te paguen 100 euros por crónica te lo piensas. La otra semana lo cubrí a través de una galería de fotos de un orfanato de Saná. Error. No la vio nadie”.

Le insisten en que explique la jerarquía de la información en su medio: “El Confidencial se caracteriza por su independencia. Le damos a todo: empresarial, político y en periodismo internacional […]. Yo nunca he recibido ninguna presión”. También se le recalca que al medio se le nota a veces la postura ideológica, como en el caso de Venezuela. Martínez cree que hay que distinguir entre una columna de opinión y la información de la sección: “La objetividad es imposible pero hay que buscarla. Y creo que intentamos ser objetivos”.

 

Ángel Martínez. A su derecha la moderadora, Gracia Luisa Espinosa-Arroquia. Foto: Amaia Echevarría (cc by)

 

En cuanto a cómo decidir qué publicar, Martínez afirma que él y el redactor jefe Ángel Villariño (@anvillarino) plantearon la sección a dos velocidades: el breaking news, ligado a lo que cuentan las agencias desde por la mañana, y la la edición del día siguiente, con temas más atemporales. “Fíate del colaborador. Si te ofrece algo muy bueno fuera de agenda, apuesta por ese tema”. También relata cómo afrontar un “urgente” poniendo como ejemplo el atentado de San Petersburgo [que acaba de suceder]: primeros avisos, ampliación, fotografías, galerías, gráficos, contexto y artículos de apoyo. Señala que el esquema de las 5 W ha muerto. “Ahora es ‘What? Now what? And so what?’. Es lo que el lector demanda. No digo que sea positivo”. Al usuario le interesan tres constantes: qué pasa, qué está pasando y qué pasará. En consecuencia, la información se transforma para encajar en estos cánones, se elaboran listas, se usa el clickbait en los titulares…

Martínez pasa toda la charla defendiendo a los colaboradores de su medio, hablando de su valía. Se refiere a ellos como «mis freelances«. Salen a colación las bajas tarifas que se pagan a los reporteros internacionales según un informe de CNT. “Me parecen lamentables. Es la precarización absoluta. Cuando los freelance te cuentan sus historias personales tú ves que si te pagan 27 euros por pieza tienes que escribir cinco diarias para sobrevivir. ¿Qué calidad van a tener? Que El Confidencial sea el que más paga [según el informe, por delante solo está Revista5W] no nos libra. Estoy orgulloso, pero considero que pagamos mal para ciertos reportajes. Un artículo de breaking news a 100 euros está bien pagado; un reportaje desde zona de guerra a 100 euros es una puta mierda”. Reconociendo que es “insultante”, apunta: “Me ofrecen reportajes gratis personas que están empezando. Ahí te has cargado el mercado. Muchos freelance también tienen culpa”.

 

Elena Omedes, Teresa Gómez y Ana Flores. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 

Consejos prácticos

La charla incluye consejos que valen su peso en oro para los estudiantes y se desglosan por su utilidad:

Formación. Recomienda Relaciones Internacionales -porque permite aportar contexto muy rápido cuando te piden que hagas breaking news en media hora- y, si es posible, Economía, porque muchas veces el mundo se mueve por motivos económicos.

Idiomas. “La mayor parte de los colaboradores españoles que sobreviven en zonas de conflicto es porque trabajan para un medio anglosajón. Necesitáis un nivel de inglés tan bueno que os permita escribir para medios extranjeros. Va a ser lo que os permita salir adelante”.

Viajes. Viajar mucho. Ir con un tema en la cabeza y habiendo contactado ya con asociaciones e interlocutores.

Zonas. Hay algunas en las que no se puede sobrevivir como freelance. “¿Cuántos temas puedes vender desde el Congo al mes? Nosotros publicamos mucho sobre el Congo, pero apenas cuenta en las breaking news”. Si se apuesta por esas zonas hay que primar la originalidad y pasar al siguiente punto…

…El enfoque. “Si vas a una zona no atendida, hay que ser extremadamente original en el enfoque. Cuesta muchísimo vender temas de África. Se lo cuentas a un jefe y te mira como si estás loco. Pero luego el lector te sorprende si aportas una forma bonita de contar noticias humanas”. Uno de los temas que más se leyó en 2016 en El Confidencial fue “La maldición de los niños serpiente”. Hay que titular bien, con algo que atrape, sin caer en lo amarillo.

Aprovechar el momento. “El periodismo se basa en dar voz a gente que nunca tiene voz. Nunca pensemos que con el periodismo vas a cambiar el mundo, pero la gente que tiene poder de decisión sí va a leer esos reportajes”, dice Martínez. Hay que ser conscientes de que hay noticias que no venden, por lo que hay que estar pendiente del momentum y de la oportunidad: “Si sabes que la crisis de refugiados lleva saliendo durante meses, no vayas a Lesbos, donde hay otros 40 periodistas. Sed prácticos […]. Si tienes el contexto suficiente para poder augurar esa crisis, porque sabes de Relaciones Internacionales, porque estás pendiente de la actualidad, coges la mochila y te vas para allí antes. Y ahí estás tú cuando eso se convierte en trending topic”.

Vender bien los temas. “A mí personalmente me convencería un email con un titular muy original y un mensaje escueto y práctico, no de siete párrafos. El jefe de turno no lo va a leer porque no tiene tiempo. Si captar la atención de un lector es difícil, imaginaos la de un redactor jefe. Nada de contar tu vida, estudios… No. ‘Soy Fulano de Tal. Estoy en Cual. Te ofrezco este reportaje’. Y mandas un párrafo resumen. Si lo tienes ya hecho, lo puedes adjuntar. Y si os dicen que sí, que no se os olvide hablar de pasta”. También hay que decir “Soy Fulano y me voy a Marruecos a hacer estos temas” y no “Soy Fulano y me voy a Marruecos”.

Datos de audiencia. “Vivimos en la dictadura del clic y esto sólo va a ir a peor”, pero las cifras apoyan la teoría de que cuando se publica un reportaje original que se sale del breaking news y que está bien contado el lector responde. “Si vierais los datos dejaríais el periodismo. Sólo el 22% de los lectores pasa del primer párrafo. Pero esto es en el breaking news. Coges el reportaje de “La maldición de los niños…” y tiene una permanencia de 7,40 minutos. Lo que se llama el longread sigue funcionando, y mucho mejor que lo otro”.

 

Facultad de Ciencias de la Información. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 

Seguridad en conflictos

Una de las inquietudes del encuentro es cómo se accede a las zonas calientes. Se habla de los conflictos asimétricos de hoy, de la falta de líneas seguras para moverse y de la posibilidad de ir con el Ejército, como él hizo en Afganistán. “¿Merece la pena ir empotrado y jugar el juego de la propaganda?”, pregunta Martínez a los participantes. El debate se aviva mucho y desciende a Siria: “Ahora están haciendo un lavado de imagen, presentándose como protectores de los cristianos. Me han invitado a ir. El viaje incluye una entrevista con Al Assad. ¿Qué haríais?”. Una estudiante que viene de fuera, Sara Maroto (@saramarotoj), sugiere visitar otros destinos para completar la visión sesgada que ofrezca el Gobierno de Damasco. Otros alumnos como María Teresa Gómez, Andrea Lázaro (@andreatinky_) o Elena Omedes (@ElenaOmedes) apuntan modos indirectos de saltarse la censura una vez allí. El alumnado llega a un consenso: es preferible ir, porque es deber del periodista cubrir los hechos, y si se trata de una campaña de propaganda, informar al lector de lo que es. Hacer preguntas incómodas, y si el líder de turno se niega a responderlas, transmitir al lector sus silencios, «que también dicen mucho».

En la tertulia Martínez mencionará en varias ocasiones a Reporteros Sin Fronteras (RsF); es miembro de su Junta Directiva en España. Lo hace para valorar su función y recordar que hay que estar vigilante. “La mayor parte de la población de Europa y EEUU crecimos dando por sentado que derechos humanos como la libertad de movimiento o el derecho al asilo estaban garantizados, y lo que ha sucedido con los refugiados nos demuestra lo contrario. Podemos hacer ese paralelismo. La libertad de prensa no está garantizada tampoco”.

 

Estudiantes en La Tertulia Infinita. Foto: Amaia Echevarría (cc by)

 

En un momento del debate se entrará en el caso de México, país latinoamericano con mayor número de periodistas asesinados, y en otros territorios en conflicto. “Llegas a un punto de compromiso con la profesión en la que no te importa que te maten. Es lo que les pasa a compañeros que van a Siria sin seguro, sin medio que apoye. Van allí porque están convencidos de que tienen una responsabilidad con la gente sobre la que escriben”. Martínez cree que algunos llegan demasiado lejos, mientras otros tienen motivos para protegerse más. “Un periodista mexicano soltero y sin hijos se la juega hasta el final y le da igual que le maten. Si ya tienes pareja e hijos, ahí te han pillado. En el momento en que amenazan a tu familia, se acabó”.

Las campañas de RsF, recalca Martínez, salvan vidas y ayudan en las situaciones muy variadas de censura que puede afrontar el periodista. Julen Santana (@JulenSantana) le pregunta si él ha recibido amenazas. “Graves. Un tercero te traslada información personal tuya para que sepas que te están espiando, por dónde has salido, quiénes son tus amigos. Todo el objetivo de las amenazas es la autocensura, que es lo más peligroso”, contesta él. El invitado narra las dificultades de trabajo de la colaboradora Imane Rachidi (@Imanerachidi) para informar sobre el Islam desde Holanda, así como sus propios problemas para informar desde Israel, el sitio donde más censura ha experimentado. Recuerda que pese a todo ello siempre hay que respetar una máxima: “Nosotros no venimos aquí a hacer amigos”. Aunque un embajador o un político imponga, hay que hacer preguntas incómodas: “Sed cabrones, siempre”.

 

Estudiantes en La Tertulia Infinita. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 

“¿Qué persona te inspira?”, lanza como última pregunta Espinosa-Arroquia: Y a Martínez se le escapan un nombre femenino y una carcajada. Luego se recompone y recuerda que era un flipado de Kapuscinski, pero que a día de hoy admira sobre todo a los colaboradores con los que trabaja, a veces más jóvenes que él. “Muchos freelance me inspiran más que las figuras con las que crecí”. Subraya la labor de las mujeres en Oriente Medio, donde hay muchas  periodistas independientes pese a las dificultades del trabajo en ciudades como El Cairo. “Están allí por vocación. Esa gente es admirable”.

Creemos que la próxima vez que se pregunte en clase cuántas personas quieren ser periodistas internacionales habrá un mayor número de manos levantadas, y no menos.  Tenía un acento gallego muy suave pero gesticulaba y hablaba como uno más de ellos. Martínez gustó mucho. “¿Dónde le has conocido?”.

 

Ángel Martínez en la UCM. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 

Los estudiantes dicen

En sus trabajos los alumnos escribieron:

“Me quedo con algunas frases de la tertulia como: “El periodismo no va a cambiar el mundo pero influye en las opiniones”, o una máxima que nos dijo acerca del periodismo, “Yo no he venido hacer amigos”, que quiere decir que los periodistas no pueden mantener mucho vínculo con los entrevistados porque cambia la forma de escribir” (Álvaro José Elías Rubio).

“Nos da una serie de consejos para nuestro futuro señalándonos donde cree él que se encuentra la clave del éxito “hacer algo diferente a los demás”, “ser pragmáticos y originales en los enfoques”, “prácticos a la hora de elegir la zona”, “saber idiomas y viajar”, “Saber relaciones internacionales (son las que os van a dar el contexto de lo que queréis explicar) y economía”. Y, sobre todo: “empezar ya”. (Andrea Pérez)

“Los alumnos le preguntaron sobre ¿cuál es la clave del éxito en el Periodismo? A lo que el periodista respondió: ‘’Hay noticias que no venden, estamos en la ‘dictadura del clic’. Vivimos de la publicidad por lo que hay que luchar como fieras por ello. Por tanto, hay que ser pragmático y aprovechar el momento, ir dónde no están los medios (…) Hacer algo diferente a los demás es la clave del éxito’’ (Ana Flores).

“Debates y experiencias muy interesantes sobre otros periodistas que trabajan para él, el riesgo que han corrido y la dificultad que en ocasiones conlleva su trabajo. Ha sido genial que nos haya ofrecido una serie de consejos sobre cómo escribir un reportaje que sea llamativo y útil desde su punto de vista”. (Teresa Gómez Roldán).

“La tertulia estuvo muy entretenida y llena de consejos que nos pueden ser útiles en un futuro próximo, en contra se podría decir que eso de estar sentado en una cuesta inclinada y bajo pleno sol no ayudaba mucho” (Rafael Montes).

 

[La Tertulia Infinita 22 con Ángel Martínez (El Confidencial) se celebró el 5 de abril junto a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Gracias a María José Pérez del Pozo, directora de la sección departamental de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, por su apoyo para el encuentro, y a todos los estudiantes por participar]

 

Ángel Martínez con los estudiantes de CC de la Información. Foto: Amaia Echevarría. La Tertulia Infinita (cc by)

 


Emilio Morenatti, cazador de conceptos

 

“Lo que se pretende es que la imagen se entienda y que el mensaje llegue. Esta persona está muerta y se tiene que entender que está muerta. Cuando defiendo una foto intento que la acción se comprenda. Que responda a las famosas 5 uve dobles”.

Emilio Morenatti, en La Tertulia Infinita 17. Foto: Jon Bradburn.

Emilio Morenatti, en La Tertulia Infinita 17. Foto: Jon Bradburn.

Finalista del Pulitzer, ganador del World Press Photo, quien viene a La Tertulia Infinita de Navidad con uno de los currículos más sólidos del fotoperiodismo español es un Emilio Morenatti (@morenatti2004) con mentalidad de editor. Responsable de producción fotográfica para AP España y Portugal, su objetivo es intentar que esa producción “sea lo más exquisita y única posible, lo más parecido a lo que yo entiendo que es la fotografía, algo conceptual, único”. Siempre habrá un Morenatti que capture imágenes. Pero ahora hay otro que concibe y organiza al equipo para salir a la caza de conceptos.

El invitado ofrece un taller + conversación entrando en las tripas digitales de Associated Press (AP), a la que prefiere referirse como una cooperativa de periódicos no lucrativa más que como una agencia. Así recuerda que está menos sujeta a los intereses que atenazan a otros medios en manos de uno o pocos dueños. Describe la distribución de las tareas, el libro de estilo para campos como byline y caption, los envíos diarios al cable, las mejores fotos del día o topics y esas otras fotos (features) más pensadas para el largo plazo, la galería histórica.

Sorprendiendo a muchos, el hilo de su discurso no son imágenes propias sino de otros: una selección realizada por él mismo de las 50 mejores fotografías de 2015 para AP en Europa y África. Esa muestra y las elecciones generales que en esos momentos se desarrollan en España (20D) vertebran todo el debate.

Hay perfeccionismo. “Siempre animo a no hacer la foto del angular limpia sino a hacerla con telex desde atrás o a buscar otras perspectivas”. “A lo mejor un día perdemos el play (hacen un mejor trabajo Reuters o AFP) pero luego quedan imágenes icónicas que van a funcionar mejor a lo largo de la historia cuando se hable de un partido concreto”. Esta referencia a las elecciones vale para describir cómo se trabaja en otros escenarios, como el de los refugiados. “Estás produciendo y enviando al cable pero luego guardas una serie de fotos para que quede algo más personal. Es una manera de motivar a los fotógrafos, para que piensen qué quieren hacer”. “Luego está el brainstorming tras el envío. ‘¿Estás contento con la foto? Sí. ¿Se podía haber hecho mejor? Sí. ¿Por qué no la has hecho mejor, si tenías una buena idea?’. Intentar que el fotógrafo piense y se martirice sobre por qué no lo ha hecho mejor. Porque yo creo que una foto siempre es superable”. Debe haber alguien, cree Morenatti, que además de felicitar sea capaz de suscitar progresos.

Cuando se le dice a este profesional que según algunos testimonios es muy trabajador (ejercicio físico, cursos de idiomas, un Master reciente) le sale desmentirlo: “He vivido, he fumado mucho, bebo, me lo paso bien de noche, no soy el monje que a las 10 se va a dormir”. No obstante, la conversación sugiere que su perfil sí puede ajustarse al término currante aunque él lo llame de otra forma: “Hay una disciplina más que un trabajo duro. Es la que te hace no perder la concentración”. “Te concentras, te sale. No te concentras, no te sale. No tiene otra fórmula”. “Hay fotos en las que en esa concentración se ve que hay un adiestramiento detrás, un entrenamiento físico y mental”, concede finalmente.

Casi 30 años en la profesión dan para muchas elipsis, y algunas historias acaban destapando otras como matrioskas. “Si uno quiere dedicarse a esto sabe perfectamente que si te colocan en un sitio como Gaza, donde estuvimos 25 días aislados en la parte sur de la franja, casi sin comer más que alimentos básicos, cargando baterías y ordenador sólo en hospitales y viviendo ese drama que vive la gente que sufre guerras sobre todo psicológicas, tiene que estar medio fuerte”. “Ves cómo otros periodistas colapsan y dices `Yo por ahí no puedo pasar. Yo tengo que estar fuerte’”.

En una profesión de alta tensión, cada uno busca su truco para evitar que la mente acabe girando como un derviche. “Al principio, cuando me tocaba hacer como 100 corridas de toros al año en Sevilla, cada vez que entraba a la plaza hacía un ejercicio de respiración que me salía de forma instintiva y después me ha servido mucho. Decía ‘Soy un japonés. Esa foto no la he hecho. Y esto qué es’. Le ponía el interrogante a todo. Eso me hacía no caer en el tedio, en la desidia. Observar con frescura, mirar con pasión cualquier evento”. Aplica esa misma “mirada marciana” a los asuntos de ahora, como los comicios. “Que el marciano tenga una idea de quiénes son esas personas y qué hacen cuando asisten a un evento electoral”.

El fotoperiodista Emilio Morenatti, en un momento de la conversación. Foto: Jon Bradburn.

El fotoperiodista Emilio Morenatti, conversando. Foto: Jon Bradburn.

Llegará a decir “No me interesa el candidato” y “Hay que buscar al que escucha más que al que está hablando”. Por eso entre las fotos mostradas están la de un globo que tapa la cara de Mariano Rajoy y la de un conjunto de líderes de Podemos donde la verdadera protagonista es la composición, tan compleja que recuerda a Las Meninas. Después, ante la protesta de los asistentes (“Si llegas sin la foto del candidato te echan una bronca”), matiza pero insiste: “Hace falta arrojo. He pasado por ahí también. Te piden la foto, dejarte de tonterías. Eso no quiere decir anarquía y que hagas lo que te dé la gana, pero creo que vamos muy atrás en el sentido del borreguismo. Lo veo todos los días. Hay fotógrafos que lo pueden confirmar. Hay que acabar con él. Los líderes se dan la mano porque ven al grupo de fotógrafos. Si no, no se la darían. Y se la dan cuatro veces porque los fotógrafos lo piden. Eso es una barbaridad”. “Cuando estoy formando parte de un pesebre o un corralito, intento salir de eso”. “En algunos mítines me quito la acreditación oficial y voy como público”.

“Somos los fotógrafos los que provocamos las situaciones”, dice mencionando los tumultos de los reporteros gráficos en eventos pensados para la televisión donde no se ha planificado bien el espacio para ellos. “En La Casa Blanca hay editores que te aconsejan sobre la lente para cada tiro, la luz, la temperatura… Aquí eso no existe. Nosotros hemos contribuido a hacer que todo esto funcione mal”. Alguien entiende que se está contradiciendo (“quieres libertad para ejercer tu tarea pero luego pides que te marquen las normas”). Morenatti aclara: si el espacio está bien pensado, como suele suceder en unas Olimpiadas, se entiende; si es una encerrona para que captes sólo una escena determinada, hay que rebelarse. Insiste: “Si hubiera una manera de hacer que el borreguismo fuera a menos, sería un bien para la profesión”.

Lejos de los eventos organizados quedan Afganistán, Siria… “A ver cómo se va a enfrentar la Humanidad a ese intervalo no contado de la Historia en algunos lugares, de no saber qué es lo que está pasando, o de saberlo cuando ya es demasiado tarde para los genocidios y las brutalidades”. Morenatti hace referencia a los periodistas locales en los que se apoya AP, fotógrafos que a veces pueden tener una mirada menos fresca sobre la actualidad pero que garantizan el acceso a las escenas básicas y llegan a lugares inaccesibles para los reporteros occidentales. “Mi misión es coordinarlos, intentar adiestrarlos, que consigan imágenes cada vez más potentes con ayuda de nuestra experiencia”.

Morenatti quiere enseñar, ayudar a otros con lo que le sirvió a él. Pero reduce distancias jerárquicas mencionando continuamente la calidad de los trabajadores o colaboradores de AP, algunos de ellos presentes en la sala: los juegos de luz de Daniel Ochoa de Olza, las mejores fotografías de Francisco Seco, Andrés Kudacki, Santi Palacios… “Hay un trabajo currado y sobre todo de saber ver”, dice de varias imágenes de Paul White. También se dirige entre la admiración y la guasa a colegas de otras agencias que están en la tertulia, como Juan Medina, de Reuters (“Tú podías haber dado esta charla”).

Fotógrafos y periodistas en La Tertulia Infinita 17. Foto: Jon Bradburn.

Fotógrafos y periodistas en La Tertulia Infinita 17. Foto: Jon Bradburn.

Al mencionar la relevancia creciente de contenidos generados por los usuarios (CGU) se le escapa la desafección por el esfuerzo de comprobación que requieren: “Conseguir el origen de una foto que ha sido 200 o 300 veces tuiteada es casi imposible”. Habla de filtros muy estrictos y de un equipo humano específico que se dedica a la verificación en AP: La credibilidad es el principal valor de una agencia y “cuando hay dudas la foto no se da”, aunque se haya trabajado mucho en ella.

Lo peor para una agencia es tener que hacer un photokill o retirada de una imagen, porque obliga a rectificar a muchos medios. Pese a todas las cautelas también le ha sucedido a AP. Ante la pregunta de un tertuliano Morenatti confirma que uno de esos errores fue propio: tuvo que recular con una foto, pero no porque fuera falsa, sino porque sus derechos de autor no estaban garantizados.

Alérgico al fotógrafo que interfiere, el invitado no cree siquiera que deba apartarse una botella de agua de un atril. “No puedes tocar nada de lo que fotografíes”. En AP las fotos no se retocan más allá de lo básico. De Photoshop se admite “lo que se hacía en el cuarto oscuro: el contraste, los niveles… Y se puede llegar a reservar alguna parte muy sutilmente, pero el original de la cámara no debe diferir excesivamente de la foto manipulada”. Sí se prohíbe de modo expreso la herramienta que ofrece este software para clonar (cortar y pegar motivos dentro de la imagen o de una imagen a otra). “El clon acaba con la carrera de un periodista”. Varios fotógrafos han sido expulsados de medios por manipular en esa línea: “Tiran tu archivo entero a la basura”.

¿Piensan los fotógrafos en términos de buenos y malos cuando disparan? De la respuesta se deduce que tratan de no hacerlo pero que es difícil evitarlo. “Trabajábamos en Oriente Medio en la primera intifada, con muertos en los dos bandos. Los fotógrafos éramos las únicas personas que íbamos de un lado al otro del muro. En un solo día hacíamos funerales en los dos lugares. Yo puedo estar más de acuerdo con un bando que con otro pero el ejercicio era bestial. Era como si hubiera un comité evaluador que fuera a ver mi foto y me dijera “Eh, has metido muchas más fotos de esto que de esto y además son mucho mejores aquí que acá”. En AP me grabaron la disciplina a fuego: como eres internacional, tu papel aquí es de imparcialidad. No se te puede ver el plumero”. Fue difícil pero Morenatti le agradece aquella enseñanza a maestros de entonces como Enric Martí. Ahora trata de repetir esa formación con su equipo: “No nos puede condicionar la realidad que fotografiamos”. En la tertulia, ha intentado poner el mismo número de imágenes “sospechosas” (como la del globo) de cada partido político.

En los últimos años la vida de Morenatti se ha simplificado porque la crisis reduce los encargos para el extranjero y pasa más tiempo en Barcelona, donde está su sede profesional y familiar. No hay nostalgia, y expresamente ha pedido centrar su charla en lo que AP hace ahora y no en lo que hizo él personalmente en “aquellos años” (2008, 2009, 2010). Pero algunas preguntas hacen que las fotos en sepia vuelvan a color: “Vivir por ejemplo en Pakistán y hacer empotramientos con las tropas o estar durmiendo en campos de refugiados no es una vida fácil pero es tan emocionante que te das cuenta de que llevas meses sin dormir bien y que el cuerpo aguanta”.

Recuerdo una época muy interesante, muy intensa, cuando completé uno de mis mejores años fotográficos, antes de que me hirieran”. Esa es la única mención en toda la charla al ataque con explosivos que le costó parte de la pierna izquierda en Kandahar en 2009. Otra remontada basada en disciplina sin perder la sonrisa. “Nos tocó vivir en sitios muy emocionantes pero al mismo tiempo muy sacrificados”. El “nos” hace referencia a su mujer, Marta Ramoneda, que le acompañó en muchas de esas etapas, otra fotógrafa “marciana” que se internaba sin burka en sitios donde no había presencia femenina. “Os podéis imaginar la intensidad del lugar. Como entrar en la máquina del tiempo”.

Con una hija de dos años, hay otro bebé en camino. “Ahora lo paso mal pensando en aquellas imágenes que hice de nenes muertos, o las de esos inmigrantes que me toca editar que vienen del Mediterráneo por Grecia. Digo ‘Hostias (sic), no sé si sería capaz de hacer esas fotos que hacía antes’. Empiezo a estar condicionado. Con una cría… la veo reflejada en eso”.

¿Por qué Aylan sí y otros niños muertos no? Morenatti es incapaz de ofrecer un motivo concreto, pero defiende la imagen porque impacta y es lo que se necesita para visibilizar dramas y cambiar las cosas. “Yo animé a la gente a ver la foto. Había que hacer algo”. El resultado, la movilización de la gente, justifica su publicación. “Quiero crear impacto con mi fotografía, quiero que la realidad llegue a un mayor número de personas”. Así interpreta también los premios que recibe: si sirven para que se debata y se tome conciencia sobre determinadas situaciones, bienvenidos sean. “Mi objetivo es ese, no vender más copias”.

Ha llegado en moto. Tiene un aspecto juvenil y un acento andaluz combinado con otras cadencias más difíciles de identificar. Parece vivir en positivo, lleno de energía. “Tengo la suerte de que lo he conseguido. He conseguido llegar a donde nunca imaginé que iba a llegar, a representar a una agencia importante, estar en sitios importantes y tener el lujo de contar una buena historia”. Lo dice con un deje de pesar por el contexto nada favorable para tantos compañeros que no trabajan, lo hacen en condiciones precarias o no pueden ejercer su profesión donde desean. “Hoy es casi una utopía llegar a ser fotógrafo y cuando lo consigues tienes que mantenerte”.

“Hay una frase muy buena de [Manuel Pérez] Barriopedro que dice ‘El fotógrafo tiene la habilidad de llorar y reír en décimas de segundo’, y creo que eso define nuestra profesión”, dirá Morenatti en un momento del encuentro. Aquí una muestra de ese trabajo en el filo:

 


Mònica Bernabé, Javier Martín y Fernando Prieto: el buen periodismo internacional es más local que nunca

 

  • Mònica Bernabé, sobre Afganistán: «Hemos creado un monstruo que no vamos a poder quitar del poder”
  • Javier Martín: “La base del Periodismo es el periodismo local, contar historias, y es precisamente eso lo que hemos perdido”
  • Fernando Prieto: “El despiste de Occidente es monumental. Túnez se echaba a la calle y una ministra de Sarkozy estaba de vacaciones allí”

La periodista Mónica Bernabé. Foto: M. Ángeles Martín

¿Por qué es importante que siga existiendo el buen periodismo internacional? Porque es local. Llega hasta allí -sea cual sea ese allí- y se mete en el barro para comprobar si las declaraciones oficiales se corresponden con la realidad. Sin ese viaje necesario nos quedaríamos con la conciencia tranquila, pero sin conocer la hipocresía de las Relaciones Internacionales. Los corresponsales son expertos en reflejarla, como ese díscolo que se cuela en una reunión de etiqueta y dice lo que nadie se atreve a decir: que el homenajeado es en realidad un asesino.

Cuenta Mònica Bernabé en su libro Afganistán. Crónica de una ficción que ella empezó siendo periodista local y que uno no puede ser buen corresponsal si antes no ha metido las narices en los lugares más incómodos de su propio entorno. Ahí está el abecé de la profesión y por lo tanto también de la información internacional: “No puedes aspirar a cubrir una guerra si antes no eres capaz de perderte en solitario en el barrio más marginado de tu ciudad”. Javier Martín lo confirma: “La base del Periodismo es el periodismo local, contar historias, y es precisamente eso lo que hemos perdido”. “Al final –dice generosamente Prieto parafraseando a Enrique Meneses– el periodismo de verdad lo hacen estos señores, ella en Afganistán, él cuando viaja. Ir a un sitio, ver lo que pasa y contarlo. Lo demás  son mandangas”.

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