Marc Bassets: “Washington es la Bruselas de las Américas”

“Soy cauto al emitir juicios de valor”. “No debemos opinar de lo que cubrimos”. “Necesito tiempo para sopesar”. “Conviene un poco de perspectiva”. Achtung, heads up, paren las máquinas: un corresponsal con mentalidad científica en esta era rápida de fronteras movedizas entre periodismo y posicionamiento personal.

Marc Bassets, en The Toast Cafe. Foto: Mª Ángeles Martín

Se diría que cada vez que lanzamos una pregunta a Marc Bassets (Barcelona, 1974) la deja caer sobre la mesa como un pequeño ratón. La mira –en realidad mira una una libreta de notas que ha traído-, la disecciona mentalmente, concede no más de dos segundos al silencio y responde por partes. Siempre un doble empeño: “Espero ayudarte a entender las cosas con rigor” y “No quiero parecer presuntuoso”.

Estamos ante un periodista de grandes capitales. 15 años de experiencia repartidos  entre Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Ha trabajado sobre todo para La Vanguardia. Desde hace un año y tres meses, para El País. Hablar con alguien que pisa el terreno ayuda a deshacer estereotipos sobre los países. Aunque Bassets dibuja una política americana que “es como una película, siempre con sorpresas”, desmonta con golpe seco mitos e imágenes asentadas. Ese Barack Obama sobredimensionado por los medios, siempre cómodo y sonriente ante audiencias masivas, es en palabras de este reportero alguien retraído, reflexivo, introvertido: “No es expansivo ni natural como Bill Clinton o George Bush hijo, que si estuvieran aquí ya serían amigos de todos vosotros y os habrían contado una anécdota relacionada con vuestras vidas. Él lo mira todo con distancia y lo procesa. Es un intelectual”. El presidente de EEUU es un posibilista, un conocedor de la realpolitik: “Aunque se ha destacado su idealismo, no tiene grandes ideas para transformar el mundo. Sabe cuáles son las cartas con las que juega y busca la mejor solución”.

Ahora que vuelve la Obamanía por el Pacto Nuclear y otras victorias como  el matrimonio homosexual, el reportero subraya todos los logros del presidente (reforma sanitaria, ruptura de inercias con Irán y Cuba, recuperación económica de Estados Unidos tras la recesión…) pero también recuerda sus desastres. Hay guerras mal cerradas (Irák, Afganistán) y un claro fiasco de aquel reset con Rusia que Obama aventuró en sus inicios y que con Ucrania sobre la mesa suena a broma. Aunque le cuesta calificar, Bassets acaba poniendo al líder estadounidense un 6: “Pero el curso no ha acabado. Puede ser un 5 o un 8”. Después dirá también: “Hay que asumir los límites de un país y de una persona”.

Ha sorprendido la persecución de la Casa Blanca a los llamados whistleblowers, personas que denuncian irregularidades basándose en el acceso a información confidencial. Edward Snowden es el caso más conocido. Pero Bassets recuerda que la batalla contra las filtraciones se remonta a Daniel Ellsberg y niega que la relación del presidente con los reporteros sea peor que en anteriores administraciones. Lo que hay es tibieza: “Obama no tiene conexión emocional con la Prensa, pero tampoco con los congresistas. Esto le ha creado problemas a la hora de legislar. No ha sabido seducir, conseguir que se apoyen medidas como la reforma sanitaria”. Estamos ante un presidente que ni va a jugar al golf con políticos ni se toma un whisky con ellos o les llama para preguntar por su familia, dice el catalán.

Más castillos de naipes desmontados: el periodismo estadounidense no siempre es mejor que el español: “El bueno es espectacularmente bueno, pero hay periodismo americano muy malo. Las televisiones dejan bastante que desear como fuente informativa. Cada vez utilizo menos las de información continua, CNN, MSNBC, Fox… Han entrado en una dinámica ideológica, sensacionalista, que ayuda poco al corresponsal”.

El invitado es discreto cuando se le pregunta reiteradamente por aspectos como su abanico de fuentes o la relación de los reporteros españoles con la Embajada: “No es ni buena ni mala. No espero demasiado de las embajadas. Aventuro una teoría: quizá han perdido sentido. Por ejemplo, en el gran asunto entre manos, el acuerdo comercial, es por la vía de la Unión Europea como EEUU se relaciona con España. La embajada española queda un poco desdibujada”. Ante la curiosidad sobre sueldos de los corresponsales o limitaciones impuestas desde su sección en Madrid, también diluye respuestas para evitar que suenen a crítica: “Hay una negociación, hay que ceder y tiene que haber un equilibrio entre el reporterismo y las llamadas breaking news. Comparando con mis años en La Vanguardia, creo que cada vez es más la delegación la que autónomamente propone y marca la agenda”. A pregunta de Jaime G. Mora responde que no hay grandes diferencias en los temas elegidos por su medio actual y el diario de Barcelona.

Participantes en La Tertulia Infinita 15. Fotos: Mª Ángeles Martín

Como delegado de El País en Washington, este catalán coordina a las cuatro personas que trabajan con él en la ciudad, a la corresponsal del diario en Silicon Valley, Rosa Jiménez Cano, al corresponsal en Los Ángeles, Pablo X de Sandoval, y al periodista destacado en Nueva York, Sandro Pozzi, además de a otras dos personas que se incorporarán próximamente. Todo un equipo que demuestra la apuesta del periódico por América y en particular por América Latina. “Somos todoterreno, pero uno de nuestros reporteros se dedica especialmente a la población latina y los asuntos latinoamericanos. Washington es el Bruselas de las Américas. Hay sedes panamericanas como la OEA o el Banco Interamericano de Desarrollo. Cada semana hay ministros latinoamericanos allí”. Algo que ha pasado desapercibido a muchos: Elpais.com se presenta hace tiempo con cuatro pestañas: España, América, Brasil y Cataluña: “Trabajamos mucho para la edición americana, con jornadas muy largas e intensas. Después del horario español llegan otros horarios y otras pautas. Al menos las ruedas de prensa se concentran en horarios bastante decentes. Obama raramente habla más allá de las 3 de la tarde. Le gusta cenar en familia y allí cenan a las 18.30”.

Washington se parece a Bruselas por la existencia de tareas reiterativas. La cita obligada es la rueda de prensa de la Casa Blanca, a las 13.00 horas. “Hay rutinas pero hay muchas rutinas”, puntualiza Bassets para que se reconozca el esfuerzo que conllevan. La prensa internacional se concentra en el Foreign Press Center, ubicado en el National Press Building, donde El País tiene despacho. La sala de prensa de la Casa Blanca es muy reducida, y acuden corresponsales con plaza fija que deben solicitarlo. “Te comprometes a acudir todos los días, para nosotros algo excesivo. Es preferible solicitarlo específicamente el día que quieras ir”. Puede haber más ruedas de prensa: del Departamento de Estado, el Pentágono, el Capitolio…. Y además está el resto del país, que un día puede llamar la atención desde Ferguson y otro desde Nueva York.

El hecho de que asista a la tertulia Felipe Sahagún, corresponsal en EEUU en los años 70 y jefe de Internacional en RNE entre 1980 y 1986, da pie a un mano a mano de altura entre el periodismo de entonces (el de Cirilo Rodríguez y Jesús Hermida) y el de ahora, en todos sus frentes. Sí, el acceso a las élites de la Administración sigue siendo más sencillo de lo que pudiera pensarse en comparación con otras capitales. Y no, ya no se desayuna leyendo el periódico en papel; esto se deja en todo caso como capítulo final. Bassets da por descontado que Internet “nos hace mejorar” y destaca el valor pedagógico de nuevos medios como Vox.com en la narración diaria de EEUU.

El reportero relata también su seguimiento del Pacto nuclear en Viena. Aunque ha publicado informaciones con humor (leer La diplomacia del balcón), dice que ha sido una de sus coberturas más difíciles. Cómo escarbar desde el espacio habilitado para la prensa -una lona frente al hotel donde se reunían los líderes- cualquier indicio mínimo de noticia. Un asistente, Gregorio Vázquez, pregunta si en materia de seguridad el pacto no es una mera prórroga para que Irán fabrique la bomba: “Es una crítica muy sólida”, admite Bassets.

Bassets, en un momento de su diálogo con Felipe Sahagún. Fotos: Mª Ángeles Martín

Con Rusia no percibe verdadera guerra fría: “En Viena John Kerry y Serguei Lavrov trabajaban codo a codo para levantar las sanciones a Irán mientras EEUU sancionaba a Rusia por Ucrania. Es como un ajedrez en partidas simultáneas, no un blanco y negro”. Con relación a Europa recuerda que Obama no se siente vinculado al continente y ha perpetuado la vieja exigencia norteamericana de que haya un interlocutor político único. La elegida ha sido la canciller alemana Angela Merkel. Hay preocupación por Grecia más allá de lo económico: “Para EEUU, es un estado clave desde la Segunda Guerra Mundial. Está en la OTAN. Entró en la Comunidad Europea antes que España y Portugal no porque estuviese más preparado que ellos sino porque es pieza básica en el Mediterráneo. Cerca de Turquía, Rusia o Los Balcanes, los americanos temen que el país se acerque a la órbita putiniana”.

Vuelta al escenario nacional, con campaña electoral por delante. Sería una sorpresa que Hillary Clinton no fuese la candidata demócrata elegida para los comicios de 2016, pero en el caso republicano hay una competencia más abierta y por ahora destacan Jeb Bush y Marco Rubio: “Bush es un buen político. Con experiencia. Inteligente. Le escuchas y convence. Pero tiene un problema: se llama Bush. Marco Rubio tiene menos experiencia. Es más bisoño. Pero miras su cara y ves el futuro de EEUU. Mestizo. Hispano”. A un lado del ring, Bassets imagina a Rubio, joven de origen humilde, hijo de inmigrantes de 44 años; al otro lado a Clinton, una mujer que salió por primera vez en la prensa en 1968 y que desde entonces no se ha bajado de ella. Dice que en campaña el equipo de El País tratará de combinar el seguimiento de la politics (la política de declaraciones) con la policy (las grandes estrategias y planes de los partidos). Sin perder el pulso del país.

El hecho de que la mujer de Bassets sea periodista y que a ambos les guste la vida nómada hace que la familia resista bien en un destino que el corresponsal Gary Younge acaba de abandonar por motivos varios entre los que está el racismo que quiere evitar a sus hijos. Bassets tiene hijos, pero no cree que EEUU sea un país mucho más racista que otros: «Sin un cierto estatus económico, eso sí, es muy duro”.

Un libro para entender EEUU: el diccionario político de William Safire, redactor de discursos de Richard Nixon. Un periodista básico para seguir la Casa Blanca: Mike Allen, de Politico.com. Un trabajo propio: un viaje sobre la América de Obama con fotos de Guillermo Cervera que se publicó en tres entregas (el país de la revolución energética, la América profunda y las ciudades del viejo corazón industrial).

Estos ejemplos de reporterismo a fondo le acercan al periodista que confiesa admirar, David Remnick, editor de The New Yorker. Como en el caso de la revista, el trabajo de Bassets destaca por la escritura que se desliza pero también por la profundidad. El corresponsal combina en un mismo jugo sus pinceladas sobre lo que ve con los sesudos argumentos de analistas y think tanks.

“Ahora estoy opinando”, “En estos momentos hablo por mí”, sigue advirtiendo. Intentos honestos de mesura y asepsia. Dos participantes en el encuentro coinciden en una palabra que no es tan común para describir a un tertuliano ni al periodismo: temple.

  • Galería fotográfica de La Tertulia Infinita 15
  • [La #TertuliaInfinita15 se celebró en el espacio estadounidense @TheToastCafe el miércoles 8 de abril de 2014. Gracias a sus dueños, Claudia y Ryan, y al encargado, Ricardo].
  • En colaboración con FronteraD y Librerantes.

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Sáenz de Ugarte: “Por mucho miedo que den las grandes organizaciones, el factor chapuza siempre existe”

Íñigo Sáez de Ugarte, en La Tertulia Infinita 8

  • «Existe un único espacio global para el espionaje donde las fronteras ya no cuentan. Todo ocurre en un único terreno de juego»
  • «[La escucha] siempre es para pillar al terrorista justo antes de cometer el atentado. En el mundo real las cosas nunca están tan claras»
  • «Por Manning pasaban demasiados datos […]. ¿Para qué coño quiere un soldado de a pie los telegramas que la embajada de Madrid enviaba a Washington en el 82?»
  • Fotos de La Tertulia Infinita 8

Hay un cierto tufo a Pepe Gotera y Otilio en el caso de Edward Snowden y las filtraciones de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). ¿Cómo pudo permitir la organización líder en su campo que tanta información confidencial pasara por las manos de una sola persona? Y no es la primera vez que ocurre: el soldado Bradley/Chelsea Manning podría pasar los próximos 35 años en una cárcel por transmitir datos clasificados a Julian Assange, de Wikileaks: un único soldado, emocionalmente inestable, accediendo a vídeos y cables diplomáticos de aparición estrepitosa para Estados Unidos.

Varios asistentes a la tertulia subrayan que no entendemos la fragilidad de los nuevos modos de comunicación ni tampoco el valor de los datos personales. Embajadas que operan con sistemas de correo electrónico sin cifrar como Hotmail, funcionarios de la Unión Europea que dejan abiertos sus ordenadores… Nos ha sobrepasado la tecnología  y lo están aprovechando empresas y servicios de inteligencia que sí comprenden el peso actual de la máxima “Quien tiene la información tiene el poder”.

Íñigo Sáenz de Ugarte, subdirector de Eldiario.es, autor del blog Guerra Eterna y periodista con décadas de experiencia en radio, prensa, televisión e Internet, tiene una forma de relatar las cosas que hace que todo lo que ha sucedido parezca natural. A ratos miserable y a ratos homérico, pero natural, como se dan en la vida los aciertos y los errores.

Al margen de la tertulia el periodista habla muy poco. Tan poco, que lo mejor es describirle a través de su intervención, con mensajes cortos literales. La ironía breve, como la que despliega en Twitter, se ha convertido quizá en el rasgo más reconocible de sus análisis.

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Todos los países espían. La existencia de los servicios de inteligencia no es reprobable.

Pero hay un argumento un poco cínico que se lleva hasta el límite: “Como todos los países tienen servicios de inteligencia, todo el mundo espía a todo el mundo y eso no es reprobable”.

La diferencia es el grado de poder de los países. Ninguno puede tener un puesto de escucha a un kilómetro de la Casa Blanca y Estados Unidos sí puede colocarlos frente a otros gobiernos. Hay una asimetría.

No es igual que te espíe Uganda a que te espíe Estados Unidos. Si te espía Uganda, te da la risa. Si te espía Francia, bueno. Si te espía EEUU, estás jodido; lo van a saber todo.

Existe un único espacio global para el espionaje donde las fronteras ya no cuentan. Todo ocurre en un único terreno de juego.

Desde que se descubrió la red Echelon en el 2000, el avance tecnológico ha sido inmenso. Por eso lo que ocurre es algo más grave.

Tenían las llamadas que hacía Merkel. Es la leche. Pero lo que me parece más llamativo es que pudieran intervenir en los cables de fibra óptica.

Lo de los cables revela que no queda ningún límite tecnológico. No es sólo acceder a los datos que se transmiten a través de ellos, sino absorber toda esa información.

El espionaje indirecto es importante. EEUU tiene muchos problemas para saber qué ocurre dentro del Kremlin. Una forma de conocerlo es escuchar a Ángela Merkel explicando a su asesor una conversación con Vladimir Putin.

Manning es un soldado muy joven con conciencia política escasa. Atormentado y con problemas personales.

Assange es la figura tradicional del activista.

Snowden es el insider que raramente tiene interés en denunciar lo que sabe.

Snowden difunde la información muy poco después de acceder a ella, no como otros espías que lo cuentan años después, cuando se retiran. Por eso tiene gran valor: son cosas que están pasando ahora.

¿Son héroes Assange, Manning, Snowden? Han contribuido excepcionalmente  al debate sobre el poder del Estado. En ese sentido, si queremos llamarles héroes, pues bien.

Pero Bradley Manning es también un soldado que traiciona a su ejército. Y Assange tiene una relación deplorable con las mujeres: puede haber hecho una contribución magnifica al mundo político pero también puede ser un gilipollas.

Nos quedamos con una imagen idílica de alguien por algo bueno que ha hecho pero en su vida privada puede ser otra cosa. No es incompatible.

Por muy fiables  que parezcan, por mucho miedo que den las grandes organizaciones, el factor chapuza siempre existe.

Por Manning pasaban demasiados datos, más allá de Irak. No tiene lógica militar. ¿Para qué coño quiere un soldado de a pie los telegramas que la embajada de Madrid enviaba a Washington en el 82?

Snowden no es un analista político que examina secretos y los valora, no es un espía sino un tipo que mantiene una red informática, un técnico. Cuando los medios le describen como “agente de la NSA” es incorrecto.

Sí le daría un Pulitzer a Glenn Greenwald. Por qué no. Le considero periodista. He trabajado con muchas personas que ejercían el periodismo y no habían estudiado periodismo.

Todos podemos parecer sospechosos: puntos en una red donde un centenar de personas son analizadas por una relación episódica con el malo.

Cualquier cosa puede pasar. La vida de una persona que ha tenido una relación tangencial con un delincuente puede quedar destrozada.

En el cine y la televisión siempre aparecen los malos. Queda justificado no sólo el pinchazo de teléfono sino a veces hasta la extralimitación o la tortura.

Parece que violar los derechos de privacidad de alguien es un coste que se debe asumir. Siempre es para pillar al terrorista justo antes de cometer un atentado. En el mundo real las cosas nunca están tan claras.

Obama debería haber sabido y probablemente sabía. Quizá desconociera qué hacía la NSA en Berlín. Pero un día recibe un informe y, si suma dos más dos, entiende cómo se ha conseguido eso.

Hay espionaje político pero también económico. Sólo se tiene que crear una disputa comercial para que los servicios de inteligencia y las embajadas apoyen a sus empresas de forma pública o encubierta, buscando obtener información que les ayude.

La coña es que mientras los servicios de inteligencia de EEUU tienen pocas opciones de saber quién conoce a quién en países cerrados, en Europa volcamos un montón de datos personales que tomados juntos describen muy bien qué somos y qué hacemos.

Como en la guerra fría: el mayor daño que sufrió EEUU fue por agentes propios que trabajaban para los soviéticos, norteamericanos que entregaron información a la KGB.

Hoy en el Congreso han puesto un PowerPoint sobre la participación de España en este asunto. Supongo que lo presentarían allí mismo, en un ordenador. Entiendo que no lo enviarían previamente por email.

¿Época dorada del periodismo por estas filtraciones? No puede ser así cuando en España hay 5.000 periodistas que han perdido su trabajo.

Desconfío de eslóganes del tipo “el periodismo está muerto” o “es una edad de oro”. Son chorradas. Depende de cada país.

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Le preguntamos a Sáenz de Ugarte cómo ve a Manning, Snowden y Assange dentro de 20 años: “Assange en la embajada de Ecuador, una cárcel para él. Manning, muy parecido, en una cárcel. El caso de Snowden está en el aire. Absoluta incertidumbre”. Queda  claro el efecto disuasorio de lo sucedido. El autor de Guerra Eterna lo advierte: “Esto no es como en las películas. Aquí no acabas en una isla tropical, en una playa paradisiaca”. Dos besos. Una foto. Otra foto. Pequeña conversación. Y se marcha con su traje de raya diplomática hacia una noche con algo de bruma.

Fotos de La Tertulia Infinita 8, con Íñigo Sáenz de Ugarte.

[La Tertulia Infinita 8 se celebró en la cafetería librería Atticus Finch de Madrid el 6 de noviembre de 2013. Gracias a su dueña, Eva Boj Bragado, una emprendedora enamorada del libro «Alguien voló sobre el nido del cuco», cuyo protagonista da nombre al local].