Mònica Bernabé, Javier Martín y Fernando Prieto: el buen periodismo internacional es más local que nunca

 

  • Mònica Bernabé, sobre Afganistán: «Hemos creado un monstruo que no vamos a poder quitar del poder”
  • Javier Martín: “La base del Periodismo es el periodismo local, contar historias, y es precisamente eso lo que hemos perdido”
  • Fernando Prieto: “El despiste de Occidente es monumental. Túnez se echaba a la calle y una ministra de Sarkozy estaba de vacaciones allí”

La periodista Mónica Bernabé. Foto: M. Ángeles Martín

¿Por qué es importante que siga existiendo el buen periodismo internacional? Porque es local. Llega hasta allí -sea cual sea ese allí- y se mete en el barro para comprobar si las declaraciones oficiales se corresponden con la realidad. Sin ese viaje necesario nos quedaríamos con la conciencia tranquila, pero sin conocer la hipocresía de las Relaciones Internacionales. Los corresponsales son expertos en reflejarla, como ese díscolo que se cuela en una reunión de etiqueta y dice lo que nadie se atreve a decir: que el homenajeado es en realidad un asesino.

Cuenta Mònica Bernabé en su libro Afganistán. Crónica de una ficción que ella empezó siendo periodista local y que uno no puede ser buen corresponsal si antes no ha metido las narices en los lugares más incómodos de su propio entorno. Ahí está el abecé de la profesión y por lo tanto también de la información internacional: “No puedes aspirar a cubrir una guerra si antes no eres capaz de perderte en solitario en el barrio más marginado de tu ciudad”. Javier Martín lo confirma: “La base del Periodismo es el periodismo local, contar historias, y es precisamente eso lo que hemos perdido”. “Al final –dice generosamente Prieto parafraseando a Enrique Meneses– el periodismo de verdad lo hacen estos señores, ella en Afganistán, él cuando viaja. Ir a un sitio, ver lo que pasa y contarlo. Lo demás  son mandangas”.

Bernabé es una de esas periodistas que quiere acercarse, oler, ver, hablar con el protagonista de la noticia y hasta decidir, de hecho, si esa persona merece ser protagonista. En realidad los tres invitados a la tertulia comparten esos rasgos. Tanto Javier Martín como Fernando Prieto (Agencia EFE) llevan años realizando ese periodismo silencioso y necesario que es el de agencia. Tratando de llegar cada día a la correcta traducción de los sentimientos y circunstancias de los demás, no de los propios.

De izquierda a derecha, Javier Martín y Fernando Prieto. Foto: M. Ángeles Martín.

La charla pone de manifiesto los grandes intereses que mueven la política internacional y hasta qué punto estar en el terreno puede ayudar a conocerlos. Como hizo el siglo pasado con África, en pleno siglo XXI el Occidente desarrollado sigue tratando de diseñar países con escuadra y cartabón (ahora a la distancia de los drones) sin entender su cultura o sus necesidades, sin comprometerse con su avance real a largo plazo. Si no fuera dramático, el relato de la Historia de Afganistán que hace Bernabé sería hilarante.

En este país asiático hay unos “malos” (los Señores de la Guerra) a quienes Occidente ha decidido mantener en el poder y hay otros “malos” (los talibanes) con quienes se estrechan relaciones ahora. Y entre unos y otros la población sufre miserablemente. Bernabé desgrana los errores cometidos cuando le preguntan por Obama y las expectativas que generó. “Si realmente hubiera voluntad de cambio, desde el minuto cero de este partido no se hubiera pactado con los Señores de la Guerra. Se perdió una oportunidad de oro tras la invasión en 2001, cuando la gente recibía con alegría a los extranjeros y paraba a los soldados para darles la mano y agradecerles la intervención”. Según la periodista, ahora es “como si hubiéramos puesto a Hitler a reconstruir Alemania”. Su predicción es clara: “Has creado un monstruo que lógicamente no vas a poder quitar del poder”. Javier Martín coincide: “Estamos repitiendo un error. La situación de Afganistán es similar a la de Irak, donde en 2003 también se miraba con muy buenos ojos a los extranjeros y luego todo empeoró. Idem para Libia: “¿Dónde está Libia ahora?”.

Desmontar la hipocresía de las Relaciones Internacionales es también desmontar nuestra propia hipocresía. La que nos hace creer que el mundo islámico está mejorando porque la idea nos reconforta. Fernando Prieto recuerda la entrevista que le hizo hace año y medio a Ignacio Ramonet, quien le dijo: “No hemos sabido construir un Plan Marshall democrático para el mundo árabe” y coincide con este experto: “Occidente está con el paso cambiado. Su despiste es monumental. No olvidemos que cuando Túnez se echaba a la calle, una ministra de Sarkozy [Michèlle Alliot-Marie, aclara la periodista Eva Cantón] estaba de vacaciones allí”. Lo dice alguien que, cuando muchos periodistas callaban sobre Gadafi porque se había convertido en alguien socialmente aceptado en los cenáculos internacionales, denunciaba la falsedad imperante.

Martín, experto en los hilos que mueven el mundo islámico, como refleja su reciente libro La Casa de Saud (centrado en Arabia Saudí), cree que  la Primavera Árabe es en realidad “un otoño-invierno bastante frío”: “Hemos decidido que hay una sociedad vibrante y enorme que puede cambiar el mundo árabe porque vemos un montón de activistas en Internet. Pero la penetración de Internet en estos países no es la de Occidente. También tenemos que ver si esas personas que tuitean están en Egipto o en el exilio. El 80% de la población de Egipto es rural. Y quienes mueven a la población en las zonas rurales son la gente de las mezquitas, no la  conectada a Internet. Yo no niego que estos activistas tienen una fuerza cada vez mayor, pero todavía representan un porcentaje mínimo de la población”. También hay que pensar en el posible elitismo de parte de las personas conectadas: Javier Martín recuerda que en Egipto pagaba 100 euros para conectarse a la Red, Mònica Bernabé confirma que abona ahora unos 580 dólares al mes en Afganistán («y eso por un ADSL de 128 k»).

Como ocurrió con el Irán post Sha de Persia, nos sorprende el conservadurismo de las sociedades presuntamente liberadas por la Primavera Árabe. Pero si los periodistas estuviéramos más atentos a los países en toda su extensión, y no sólo a la población más formada y movilizada de sus capitales, las expectativas cambiarían.

De derecha a izquierda, Mónica Bernabé, Fernando Prieto, Javier Martín. Tertulia Infinita 4. Foto: M. Ángeles Martín.

Diez años después de que empezara a hablarse de los corresponsales en el extranjero como especie en peligro de extinción, la autocrítica es más abierta que nunca: “Nos hemos apoltronado, hacemos un periodismo de patio de colegio, periodismo declarativo. Bárcenas dice, Bárcenas contesta. Un señor va pasando de televisión en televisión diciendo que alguien dijo que alguien dijo (sic). Es un periodismo plano”.

¿Es una cuestión generacional? ¿Renovarán los jóvenes esta profesión? No está claro: “Preguntas el primer día de clase cuánta gente lee prensa internacional y es uno o ninguno o muy pocos”, relata Prieto. Este periodista-profesor le da la vuelta al argumento del periodismo internacional local: “Yo siempre les digo a los alumnos que el mundo no empieza ni termina en la calle Argumosa, ni en La Latina. El mundo es mucho más grande”. Para Prieto, la culpa de que no los estudiantes no lean prensa extranjera está repartida: quizá es culpa de los periodistas que informamos mal, quizá es culpa del sistema, quizá es culpa de su falta de curiosidad.

¿Y quién teme al periodismo ciudadano? Oficialmente nadie, pero acaba saliendo a relucir en todas las tertulias como una herida abierta. “Si me da un yuyu ahora me puedes hacer un boca a boca, pero o llamas al SAMUR o yo me muero aquí. Periodistas no son todos como churreros no son todos. Periodismo es periodismo. Ciudadanos somos todos”, insiste Fernando Prieto. En la sala hay personas en desacuerdo: “Existe una cosa que es el derecho a la información de la ciudadanía. Que una persona coja una cámara forma parte de ese derecho a la información”.  “Si os echan a los periodistas, al final va a ser esa gente la última voz que le quede al país”, se escucha decir.

Tanto Martín como Prieto reconocen el valor del periodismo ciudadano, pero argumentan que debe separarse el trigo de la paja: “El 90% de esa información que nos llega va a la basura. No es fiable, está manipulada, es sesgada… Es información viciada. Una cosa es el activismo y otra el periodismo”, explica Javier Martín, para quien incluso los periodistas que van a zona de conflicto a veces confunden una cosa con la otra.

Asistentes a La Tertulia Infinita 4. Foto: Mónica Marcos.

En ese contexto de competencia feroz con colegas y periodistas ciudadanos, ¿se puede sobrevivir profesionalmente enviando crónicas desde Afganistán? Bernabé responde: “Ahora soy una privilegiada, El Mundo me da de comer, pero al principio no me conocía nadie y le ofrecía crónicas a todos para intentar sobrevivir. He tenido el apoyo del periodista Gervasio Sánchez, más de una vez he querido tirar la toalla y no lo he hecho por él. Esta es una carrera de fondo”.

¿Y qué hará Afganistán cuando se vayan las tropas extranjeras? ¿Qué hacen en esos casos los periodistas como Bernabé? Un tercio de todos los refugiados del mundo ya son afganos, y la periodista confirma que sus habitantes se desesperan por conseguir visados. “En realidad el opio, del que se habla mucho, les proporciona muchos menos recursos que la presencia extranjera allí, asociada a un buen número de contratos con la población local. Cuando se vayan… Los afganos no son tontos. Saben lo que puede ocurrir”. Y en cuanto a ella: “No sé qué va a ser de mi vida. Se hablará de Afganistán tan poco como de Irak, que se mencionará ahora sólo porque se cumple el décimo aniversario. Todo apunta a que Afganistán se dirige al abismo”.

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Feminismo y tertulias

Galería fotográfica de La Tertulia Infinita 4

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[Mònica Bernabé, Javier Martín y Fernando Prieto fueron los invitados a la Tertulia Infinita 4, celebrada el 18 de febrero de 2013 en la Librería-Cafetería El Molar, de Madrid].

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